viernes, 25 de abril de 2014

VIVENCIAS DE MIS ABUELOS DURANTE LA GUERRA CIVIL (1936-1939) II

Mis abuelos maternos eran más niños y sufrieron menos que los otros.
Mi abuelo Manolo, tenía 6 años al empezar la guerra y la terminó con 9. Fue en parte feliz en el sentido de que en el pueblo no había guerra, estaba a pocos kilómetros, y triste porque perdieron a parte de la familia siendo muy doloroso para todos. El pueblo, Villar del Salz, siempre fue zona nacional. El vivía con sus padres y un hermano, tenían una carnicería, no pasaron hambre pero no les sobraba ya que terminaron siendo muchos más de familia. 
Un año antes de empezar la guerra murió una tía suya, su marido murió de un cañonazo en el seminario de Teruel dejando 6 hijos (entre 16 y 4 años). Aunque vivían en Teruel, 4 primos estaban con los padres de mi abuelo, ya que algunos eran muy pequeños y dos (Pepe 14 años y Luis 7 años) en Teruel. Al morir el padre en el asedio de Teruel se quedaron solos. Al ir a buscar comida tenían mucho miedo por ser sobrinos de un cura y mataban también a los familiares. Un día, cogieron a Pepe e intentaron fusilarlo en la Ronda, se tiró por el barranco y escapó. Intentó huir del asedio con su hermano Luis para venirse al pueblo, hacía mucho frío y por el camino al cruzar el río se le quedó congelado Luis cogido en su espalda, esto marcó a toda la familia.
Pepe consiguió llegar al pueblo. Durante un tiempo se lo llevaron a Zaragoza. Las pequeñas también fueron algún tiempo a colegios de huérfanos, pasaron mucha hambre y los paquetes que mandaba la madre de mi abuelo no les llegaban, iban al pueblo en vacaciones y finalmente volvieron.
Otra hermana de su madre perdió a su marido que murió en Gijón, no llegó a conocer a su hija y vivieron las tres familias juntas con los abuelos mayores y los padres de mi abuelo. Esto ha hecho que todos se sientan como hermanos y no primos, se criaron juntos y pasaron mucho, sus primos sufrieron muchísimo, sus padres tuvieron que ser los de todos y su relación es muy especial. Quizás por eso se convirtieron todos en luchadores natos: Mi abuelo estuvo con los seis huérfanos en Madrid, montaron unos telares y abastecían a las mejores casas de tejidos de entonces. 
Al empezar la guerra, la Guardia Civil se llevó a dos vecinos del pueblo y los fusilaron, fueron a por más pero no los encontraron y no los buscaron más.
Los niños jugaban a la guerra, luchaban a pedradas y con fusiles hechos de madera, incluso un cañón de juguete, se juega a lo que se ve, podían haberse matado.
Hubo un batallón de soldados en el pueblo, los soldados les quitaron algunos corderos de la carnicería.
Cuando la Batalla de Teruel, estuvo el Caudillo, el general Varela y el general Aranda en la Gerencia de las minas de Ojos Negros, a una distancia de dos kilómetros del pueblo.
Mi abuelo recuerda que bombardearon el ferrocarril minero, creyendo que era el central. Fue al lado del pueblo, por la mañana y todas las familias se escondieron en los riachuelos. Después se hicieron tres cuevas para refugiarse pero no fue necesario utilizarlas.
Había prisioneros rojos que tenían allí los nacionales (100 o 200), trabajaban para ellos pero no les pasó nada. Mi abuelo y dos hijas de un maestro se hicieron amigos de uno de ellos y cuando se marchó durante varios meses se escribieron con él.
Desde niños, además de la escuela, tenían que trabajar, él iba por los pueblos, con una bicicleta para comprar ovejas y cabras, también pieles, la carga para su edad era impresionante. Iba a ferias de ganado a muchos kilómetros, la verdad es que aunque era duro se acostumbraron y lo veían como normal. Les sirvió para valorar el esfuerzo, el sacrificio y lo que cuesta ganar un poco de dinero, de ahí su capacidad de ahorro.
Pasaban todos los camiones que iban de Madrid al frente de Teruel, cientos y cientos, con unas grandes nevadas, lo tiene grabado en su mente, le impresionaba mucho. Destruyeron un puente (el de los Tres Ojos) para que no pasaron los rojos. 
Un tío (hermano de su madre) estaba en zona roja y no lo vieron hasta terminar la guerra. Era profesor de instituto, unos años después de terminar la guerra, se marchó a Venezuela por no compartir las ideas del Gobierno de Franco. Allí se hizo catedrático y publicó varios libros de filosofía. Mi abuelo y otra prima se marcharon con él mas tarde a Venezuela. 
Después de la guerra sí que se pasó hambre y mucha, tanto en la zona nacional como en la republicana. Se iba a por pan a Monreal y a moler de “estraperlo” a Monreal y Alustante. Cogían el tren hacia Valencia para regresar con zaguilotes de harina.
Muchas familias se quedaron sin el padre y las viudas lo pasaban muy mal para sacar a los hijos adelante. En esta zona se dieron varios casos de que la viuda se casaba con un hermano del esposo.
Mi abuela Nieves vivió la guerra de los 5 a los 8 años. Fueron días muy tristes y eso que en su familia no pasó nada grave. Ella, como mi abuelo, también era de Villar del Salz, que estuvo siempre en zona Nacional. 
Eran ocho hermanos, aunque pobres no les faltaba comida porque tenían tierras, cerdos, ovejas, machos, gallinas…y la carne y el pan estaban garantizados, su madre hasta cambiaba harina por fruta (manzanas, uvas y nueces) para darles a los niños. Con tantos hermanos gastaban todo lo que cogían pero no les faltaba. En el pueblo hubo gente que si que pasó hambre y en la posguerra se pasó mucho más, mucha gente pasó verdaderas necesidades.
Iba a la escuela y era feliz. Según la edad trabajaban en unas tareas u otras: cuidaban las ovejas, ayudaban en las tareas del campo y también en la casa cuidando a los hermanos pequeños.
El hermano mayor tenía 18 años y se lo llevaron a la guerra por Jaca, estuvo cinco años fuera, pasaba mucha hambre y su madre le mandaba tabaco para dárselo a un panadero a cambio de “chuscos” de pan, una vez, en el paquete, en vez de tabaco le llegaron piedras. No murió ningún familiar, solo un primo estuvo prisionero en zona republicana. 
En su casa había oficiales importantes hospedados y un soldado de 18 años al que su madre cuidaba mucho pensando en su hermano. Todos los pajares estaban llenos de soldados. Su hermano pequeño se encontró en casa un libro, le dijo a su madre que tenía muchos santos (imágenes) y al mirarlo vieron que era todo el dinero que tenían para pagar y dar de comer a los soldados.
Recuerda que un día estaban en la puerta y la guardia Civil llevaba a dos vecinos del pueblo y los fusilaron porque tenían ideas diferentes. 
Los chicos de la escuela se iban a la Gerencia (unas casas más lujosas entre su pueblo y el barrio de las Minas) para coger las cajas de tabaco que tiraban los altos mandos, eran metálicas y las utilizaban para guardar sus pinturas.
También había cosas buenas, muchas fiestas pese a que todos estaban cansados, se disfrutaban al máximo, incluido el carnaval que, por lo menos en Villar, nunca se prohibió.
Todos coincidían en que una guerra siempre es mala y aún peor entre las propias familias, hermanos contra hermanos, los propios vecinos... Es triste que les tocara vivir algo así y esperan que nunca más ocurra, la peor alternativa es la violencia. En una guerra todos pierden los que la ganan y los que la pierden.
                                                                                                               Victoria García Valero (4ºB)   

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