Nuestro instituto tiene ya una larga tradición en la organización de intercambios escolares y muchas otras actividades extraescolares. Desde el departamento de Alemán y Francés se había realizado pocos días antes un intercambio con Hamburgo; ahora nos tocaba a los que cursamos la asignatura de Francés. El día 26 de abril, cincuenta alumnos de 3º y 4º ESO, y 1º de Bachillerato, acompañados por tres profesores, partimos en dirección a Cahors, en el sur francés, a las 7 de la mañana. El viaje se pasó bien, aunque después de 11 horas de autobús llegamos algo cansados. Allí nos esperaban las familias que iban a acogernos en sus hogares, y poco después nos instalamos cada uno en la casa del compañero que teníamos asignado.
Cahors es una bonita ciudad con un gran encanto; un poco más pequeña que Teruel, por lo que pudimos recorrerla de punta a punta sin ningún problema y sin utilizar transporte. Está situada en el interior de un meandro del río Lot y, entre otras cosas interesantes, posee un puente medieval con tres torres, al que llaman Valentré, muy bien conservado, que contiene una curiosa leyenda en torno a su construcción, sobre un maestro de obras y su pacto con el diablo.
Los seis días que duró el viaje hacíamos alguna actividad hasta media tarde: excursiones a pequeños, pero maravillosos pueblos, como Sarlat, Laroque-Gageac y Colonnes La Rouge, que tienen un encanto turístico similar a nuestro Albarracín; y un alucinante viaje en barca por un río subterráneo, entre las estalactitas y estalagmitas de la sima de Gouffre de Padirac. Realizamos también un viaje en barco por el canal de Midi en Toulouse y visitamos esta gran ciudad. El último día que pasamos en Cahors asistimos a dos clases con nuestros correspondientes y realizamos una visita por el instituto en el que ellos estudian. Tras esta visita al Liceo pasamos la mañana en Cap Nature, un parque de aventuras en el que disfrutamos muchísimo: caminamos entre los árboles por puentes de cuerdas, nos lanzamos por tirolinas desde las copas y también echamos varias partidas a paint ball.
Tras las excursiones, por la tarde, cada uno nos íbamos con nuestros correspondientes a casa, a descansar, hablar francés con la familia y prepararnos para el día siguiente, adaptándonos a sus costumbres, puesto que allí cenan muy pronto y madrugan mucho también para ir al instituto. La mayoría de los chicos no habitaban en Cahors capital, sino en pequeños pueblos, por lo que tenían que coger el autobús cada mañana para asistir a sus clases. La última tarde que disfrutamos de la estancia en la ciudad se organizó una cena a la que asistimos la mayoría de españoles y franceses, disfrutando así de la última noche.
La experiencia ha sido muy gratificante y positiva. Hemos convivido con compañeros de otro país y de otra lengua, lo cual nos ha enriquecido personal y culturalmente. Ahora esperaremos a que los amigos franceses vengan a nuestras casas el curso próximo, en octubre, para acogerlos junto a nuestras familias con mucho cariño, y a repetir la experiencia.
Por último, animamos a todos los chicos y chicas que tengan oportunidad de llevar a cabo un intercambio para que lo hagan. Se genera una relación de amistad interpersonal que será difícil de olvidar y que posiblemente perdure en el tiempo, a la vez que se profundiza en el aprendizaje del idioma. En cuanto a nosotros, ya estamos deseando repetir la experiencia, así que,
¡HASTA EL AÑO QUE VIENE!Clara Clemente López y Andrea Hernández Rubio
Alumnas de 4º de ESO