Le digo a mi abuela
Gregoria que me cuente cosas sobre la guerra que ella recuerde y me dice: “¡Uf!, han pasado tantos años… ¿Y para qué
quieres eso, si todo fue muy malo, muy malo?” Le explico que quiero hacer
un trabajo que nos ha mandado la profesora de Historia… y no me contesta. Al
día siguiente mi padre le dice, pero ¿le vas a contar algo al chico sobre la
guerra…? “No me gusta, le estoy dando
vueltas desde ayer pero si tanto interés
tiene, le contaré lo que recuerde…”
Y
me contó: “Yo tenía 11 años. Estábamos en
la era trillando a primeros de agosto y todos los hombres estaban pendientes de
lo que podía pasar. Comentaban que un grupo de milicianos de la CNT y
anarquistas y presos que habían soltado de la cárcel de Barcelona se acercaban
a Muniesa desde Oliete. Los hombres de Muniesa habían preparado un parapeto con
carros en el Valdeolite para no dejarlos pasar. Cuando llegaron hubo tiroteos y
varios muertos. Los hombres de Muniesa que pudieron se escaparon del pueblo y
muchos se escondieron en las casas, pajares, parideras… Algunos fueron
descubiertos y fusilados en la puerta del cementerio, o en el Reguero…
Parece
que esté oyendo los gritos de algunos… Prendieron fuego a la iglesia, quemaron
el altar mayor que era muy bonito de columnas retorcidas y con todos los santos
de todos los altares hicieron una hoguera en el centro de la iglesia. Todo
quedó arrasado…. y convertido en
cenizas…
En
Muniesa se creó un Comité comunista que controló la vida del pueblo, mandó
fusilar a algunos hombres, otros fueron enviados a trabajar como obreros
forzosos para hacer la carretera de
Moneva a las Ventas de Muniesa, entre ellos tu bisabuelo-paterno Ángel. Las
tierras y los ganados hubo que entregarlos a la Colectividad. A algunas chicas
se les puso el nombre de Libertad que después se cambiaron… En la primavera del
37 un centenar de mujeres y niños fueron evacuados a distintos pueblos de
Huesca. Entre ellos se encontraban tu bisabuela-paterna María, tu abuelo Ángel
que entonces tendría 12 años y sus hermanos que eran más pequeños. Ellos
estuvieron en Estopiñan y volvieron cuando Muniesa pasó otra vez al bando
nacional. Todo fue un desastre… Nos quedamos sin nada y la mayoría de las
familias rotas… Lo que hace falta es que no vuelva a ocurrir nada parecido otra
vez”.
Al
día siguiente, sin decirle nadie nada, me dijo: “También recuerdo que a veces venía la aviación a bombardear, les
llamaban las pavas, y todos a escondernos. Algunos murieron por culpa de las
bombas que lanzaban. A la madre del Chacho, (un pariente) que estaba tendiendo la ropa en Santa
Bárbara, la mató una bomba y él se quedó con un par de añicos.
En
la torre de la iglesia había dos campanas grandes, una se llamaba María y la
otra Lorenza. Las tiraron y al caer hicieron unos pozos en la calle. Se las
llevaron para fundirlas.
Mi
madre tenía en casa a dos milicianos para dormir. El uno era tratable y
cariñoso pero el otro tenía una cara de malo… que a mí me daba miedo.
Una
temporada estuvimos medio pueblo viviendo en la Cueva Roya que está cerca del
Pantano de Oliete…”
Gracias, abuela, por
estos recuerdos.
Ángel Luis Sanz Villarroya 4ºA
No hay comentarios:
Publicar un comentario