lunes, 27 de junio de 2016

BESTIARIO DIARIO: ALGUIEN NECESITA UN TALLER


ALGO PERDIDO EN UN MAPA DE LA EXPOSICIÓN DE LA CAIXA SOBRE EL BOSQUE


LA MATERIA EN 1º DE ESO

Para finalizar el tercer trimestre, los alumnos de 1º de la ESO han realizado una maqueta sobre la materia, para comprender mejor conceptos relacionados como son las sustancias simples y las compuestas, los átomos, las moléculas y las mezclas. Con solo plastilina de diversos colores (rojo, verde, azul, negro…), palillos, una tapa de cartón de una caja de zapatos o similar  y tarjetas de cartulina y rotulador negro lo han conseguido.






miércoles, 15 de junio de 2016

ELLOS YA NO ESTABAN, por Isabel García Asensio

Ese día me levanté muy temprano. Tenía mucho sueño porque la noche anterior mis padres habían estado discutiendo y mi hermana mayor, Bashira, llorando.
Sabía que nos teníamos que ir de Alepo porque papá y mamá decían que las cosas no iban bien. Me habían dicho que iba a hacer muchos amigos nuevos y que podría ir al colegio otra vez. Estaba emocionada y nerviosa, a lo mejor hasta llegaba a tener tantos amigos como Bashira.
Toda la casa estaba vacía y la ropa estaba metida en unas bolsas enormes desde hacía unas semanas. Aquella madrugada mi padre nos obligó a comer muchas galletas y a rezar. Al terminar, cogí mi peluche y nos fuimos.
Nos reunimos con bebés, adolescentes, madres, padres y ancianos, ¡qué ganas! ¡seguro que contaban historias entretenidas!
Comenzamos a andar y nadie decía nada. Era un silencio incómodo y yo necesitaba hablar con alguien, así que fui con mi madre:
-¡Mamá! -le dije- ¿a dónde vamos?-; ella me miró y suspiró: -¿te acuerdas de esas fotos que teníamos en el comedor? -asentí con la cabeza- ¿de un viaje que hicimos papá y yo?
- Sí- le dije.
- Pues vamos allí. -y se le escaparon unas lagrimillas. Yo me marché porque no me gusta ver llorar a mamá.
Me acerqué a mi padre y le pedí que me cogiera, pues me dolían mucho los pies, pero él no respondió. Siguió caminando sin mirarme a la cara.
Llevábamos varios días andando. Me había hecho amiga de una niña que se llamaba Leylak, era muy simpática. La mayoría de ancianos no seguían con nosotros y era una pena porque me caían muy bien. Mis padres apenas hablaban y mi hermana estaba muy triste. También se me habían roto las zapatillas y mi peluche estaba muy sucio.
Era de noche cuando llegamos a un puerto. Estaba todo muy oscuro y vi a mi padre hablando con unos hombres. Les estaba dando papeles; ¡ah! ¡ya sé!, eran los billetes que guardaba en el estante más alto de la cocina, ¿por qué se los daba? Yo seguía sin entender nada, así que fui a hablar con mamá.
-¿Adónde vamos ahora? ¿vamos de crucero o algo así?
- Sí, algo parecido -suspiró y susurró - cariño, ponte esto. 
Y me dio un chaleco naranja, seguro que íbamos a un hotel y a una cena con señores muy elegantes y me tenía que poner muy guapa.
Photo: UNICEF/GEORGIEV
Nos metimos a una barca. Yo tenía mucho frío, pero cerré los ojos e intenté soñar algo bonito.
Cuando me desperté, ya era de día. Estábamos cerca de una playa en la que había mucha gente vestida con chalecos de colores muy llamativos. Cada vez nos acercábamos más a unas rocas y en ese momento los hombres me cogieron. Empecé a patalear. Mis padres siempre me decían que no hablase con desconocidos y ahora un extraño me coge, ¡y no hacen nada!
No paraban de sonreírme y darme golpecitos en la nariz, hasta que vino mi madre y me llevó con todos los demás.
Estábamos en un campamento con vallas, muchas vallas y sin la cena, ni personas elegantes. Había ancianos y muchos bebés. Yo no veía ningún hotel, solo tiendas de campaña y hogueras. Todo olía muy mal.
Los hombres con chalecos nos asignaron una tienda de campaña. Mi madre estaba muy triste, mi padre tenía la mirada perdida y Bashira dormía.
Habían pasado varias semanas y seguíamos en la tienda. Allí, la gente estaba apagada y afligida. Los hombres con chalecos eran muy buenos; a los más pequeños nos enseñaban a dibujar y siempre regalaban juguetes.
Esa mañana no quería ir a dibujar porque los niños del campamento eran muy malos conmigo y decidí ir a dar una vuelta yo sola.
REUTERS / Pascal Rossignol
El sitio donde estábamos era muy grande, pero como había mucha gente parecía diminuto. Las vallas estaban llenas de pancartas que yo no entendía y al otro lado, unos hombres corpulentos que llevaban pistolas, cascos y unas tablas, como si fueran guerreros, permanecían de pie. Me quedé observándoles hasta que uno de ellos me habló, pero yo no le entendía. Sacó un caramelo de su bolsillo y me lo dio. Y de repente mucha gente empezó a darle golpes a la alambrada, no paraban de gritar y yo quería irme de allí. Me estaba empezando a agobiar y no podía respirar. Me dieron un golpe muy fuerte y me caí al suelo.
Solo recuerdo que me levanté en otro lugar muy distinto. Era una casa. Mis padres estaban tristísimos y Bashira no estaba. Mamá me contó que cuando yo estaba en la valla, la gente había ido a protestar y los hombres con casco le habían hecho daño a Bashira. Y Bashira ya no estaba.
Yo empecé a ir a la escuela y los niños de mi colegio se metían conmigo. Cuando papá y yo íbamos por la calle la gente nos miraba mal y a veces hasta nos insultaba. Pero ya no estábamos en ese horrible campamento. Estábamos en Berlín, pero Bashira no, Bashira ya no estaba. Ni los abuelos. Ni el vecino que siempre nos daba galletas. Ni Leylak. Ni los ancianos. Ni mi maestra. Ni el médico.
Ellos ya no estaban.

Isabel García Asensio
Isabel García, junto a 20 compañeros más del instituto, participó en el documental que se expone en el Museo Provincial de Teruel hasta el 19 de junio. Aún estáis a tiempo de verlo.

jueves, 2 de junio de 2016

SIN REFUGIO


Los refugiados son personas como nosotros, normales, que antes de que todo esto pasara tenían una casa, un trabajo, una familia, estudios, etc. Ellos no tienen la culpa en absoluto de lo que ocurre en su país. Todos sabemos que esto es así, entonces... ¿Por qué nadie les ayuda como es debido?
Es una vergüenza que un continente como Europa no haga lo que tiene que hacer, ayudar a esas personas. Pero en cambio gastan mucho más en otros temas y encima en ocasiones les venden armas a los que hacen la guerra.
Hay mucha gente que quiere ayudarles y usa sus propios recursos para ello, pero otras no, actúan como si nada pasara, es más no quieren que vengan.
Ellos son personas y deben ser tratadas como se debe, tienen el mismo derecho que nosotros, por ser ciudadanos del mundo. No se les puede dejar retenidos o llevarlos de un sitio a otro como corderos.
¡Es una vergüenza!
Si han venido hasta aquí es por algo ¿no? 
Han venido en busca de una mejor vida y mejores condiciones para estar, porque allí no es que tengan grandes recursos ni perspectiva de vida en estos momentos.
Ellos quieren que sus hijos crezcan sin miedo y sean grandes personas, y quieren, como nosotros, poder tener una casa, toda su familia unida, un trabajo... pero no pueden, o no todos, ya que no se les da otra oportunidad.
Lo que si estamos viendo a nuestro alrededor es gente anónima que se junta en Teruel, al igual que en otras ciudades, para recaudar fondos y poder ayudarles, como lo que se organizó en la escuela de Arte con la venta de numerosas obras de artistas, los conciertos de música, la venta de CDs ahora en los quioscos, la visión reflexiva en la Logia del Museo...
Aunque la solución pasaría por negociar para que no tengan que salir de su tierra y allí tengan paz. 
Sergio Vaquero Plaza / Cristian García Galindo 2º PAB