sábado, 27 de abril de 2013

CUANDO LA SANGRE CORRE V



Viajamos a su país, fuimos acogidos amablemente, tenía una esposa encantadora que nos trató como a sus propios hijos; nunca podremos agradecer todo lo que hicieron por nosotros. Con el tiempo aprendimos el idioma, no íbamos todavía al colegio pero Sara, su mujer, nos enseñaba a hablar y escribir el español en casa. Cuando llevábamos allí medio año decidieron que era el momento de apuntarnos a la escuela; allí hicimos amigos, a ninguno le importó que no fuéramos de allí, nos trataron como unos niños más y volvimos a creer en las palabras felicidad, soñar y creer y esperanza; no nos daba miedo jugar por la calles, ni salir con la bicicleta, no temíamos por encontrarnos casquetes por los suelos y mucho menos a nadie tirado. Por supuesto nunca olvidamos nuestras raíces; tampoco desaparecieron las secuelas psicológicas de la guerra, ni los recuerdos horribles que habíamos creado allí; llegamos a superarlo, pero en mucho tiempo no pudimos ver fuegos artificiales, ni tracas, porque temíamos que fueran bombas y nos aterrorizaba. Las experiencias vividas en la guerra de nuestro país nos hicieron valorar la vida con más fuerza y saber que hay que disfrutar que cada segundo que pasa, porque jamás va a volver, que si quieres algo lo debes conseguir por tus propios medios, no hay mucha gente dispuesta a ayudarte.
Nuestra historia fue publicada en un periódico, tuvo gran repercusión, la gente se indignó con el estado de nuestro país, la violación de los derechos humanos que se estaba produciendo y el poco interés que tomaban los políticos y gente adinerada, los cuales no hacían nada más que salvarse el trasero sin importar a quién se llevaban por delante. Nadie llegó a entender cómo había gente a la que no le importara que niños estuvieran pasando por nuestra situación o semejantes con unas condiciones infrahumanas, totalmente horribles.
Mucho tiempo después, la guerra en nuestro país sigue activa; el caos y la desolación llegan hasta aquí por medio de la televisión; nosotros hemos superado la mayoría de los traumas, pero aun así, cuando aparece alguna noticia relacionada con la situación que se vive todos los sentimientos renacen y forman espinas que se clavan; son recuerdos dolorosos y duros que no olvidaremos jamás, al igual que tampoco olvidaremos  a los niños con los que compartimos refugios, los soldados de los cascos azules, la enfermeras y por supuesto a nuestra madre, padre y hermano; que, aunque estén lejos sepan que les queremos.
Elisa Martín Dobón   4º ESO

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