En 2012 se cumplió el primer centenario de la llegada de
Machado a la ciudad de Baeza:
¡Campo
de Baeza,
soñaré
contigo
cuando
no te vea!
En ella se puede visitar el
aula-museo donde enseñaba Francés en el Instituto de la Santísima Trinidad, el
hotel Comercio donde se instaló nada más llegar, la vivienda frente al
Ayuntamiento donde residió hasta su traslado a Segovia, el antiguo casino de
artesanos donde compartió velada con un joven estudiante llamado Federico
García Lorca, o seguir sus paseos habituales.
Gran amante
de la naturaleza, una de sus aficiones era recorrer a pie el camino entre Baeza
y la vecina Úbeda:
“Caminos
de la tarde,/
¡ay,
ya no puedo caminar con ella¡”
Todavía se mantiene el
paraje natural de encinas donde solía descansar.
Otro de sus paseos preferidos era el de la antigua muralla, donde disfrutaba del hermosos paisaje y el mar de olivos del Guadalquivir y las sierras de Cazorla y Magina:
Otro de sus paseos preferidos era el de la antigua muralla, donde disfrutaba del hermosos paisaje y el mar de olivos del Guadalquivir y las sierras de Cazorla y Magina:
“Tiene
Cazorla nieve,
/
y Magina, tormenta”.
Se conservan carteles de los homenajes que
la ciudad le rindió a Machado, como el que se frustró en febrero de 1966, cuyo
autor fue Joan Miró, o el que se le tributó posteriormente a iniciativa de las
autoridades locales.
En 1919 toma posesión de la Cátedra de
Segovia, para entonces ya era de los escritores más respetados de España. Con
su hermano Manuel inicia su actividad teatral que más tarde representarían no
solo en provincias sino también en Madrid.
En 1927 es votado miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española, aunque nunca llegó a entrar.
Aquí conoce a “Guiomar” (Pilar de
Valderrama) con la que inicia una relación amorosa platónica que ella no quería
reconocer por estar casada y que no creo que le condujera a nada salvo a paliar
algunas tardes de su soledad. La lectura
de las cartas escritas por ella son totalmente subjetivas, ramplonas y llenas de cortapisas a los verdaderos
valores de él.
En 1931 entra en el nuevo Instituto Calderón de la Barca,
recién creado por la República en Madrid. Regresa a la capital de España como
cuando se instaló con su familia, pero ahora solo, más triste y con un panorama
político poco propicio para soñar.
A estas alturas de “Ruta Machadiana”, si no habéis desertado
de su lectura, os habréis dado cuenta de que no se puede hacer de una
“atacada”, sino a pequeños sorbos: Sevilla y Baeza se puede aprovechar cuando
vayáis a Andalucía; Segovia y Madrid en los numerosos viajes que hacemos desde
provincias a museos y exposiciones varias, pero lo que sí merece una
planificación especial es Soria por una parte y el destino final de Colliure,
pueblecito francés donde murió el 22 de febrero de 1939, por otra.
¿Por ejemplo este verano?
Y esta ruta segunda es la que vamos a describir ahora. Pero
antes surge una pregunta ¿cómo llegó hasta allí a Machado?
¿Qué pasó?
¿Cuál fue su itinerario?
En julio de 1936 estalla la Guerra Civil
tras la sublevación del general Franco y otros militares contra el Gobierno
legítimo de la II República. En noviembre, la capital es sitiada por las tropas
rebeldes y las autoridades republicanas deciden evacuar Madrid trasladando el
Gobierno a Valencia.
“Valencia de finas torres y suaves
noches,
Valencia, ¿estaré contigo cuando
mirarte no pueda,
donde crece la arena del campo
y se aleja la mar violeta?”…
La salida de de
Madrid se debió, entre otras razones, al apoyo al régimen republicano que el
poeta había manifestado anteriormente y a las posibles represalias del ejército
franquista, si este hubiera tomado la capital de España.
Allí, en la
capital del Turia, estará un breve tiempo en el hotel Palace (c/ La Paz nº 27).
Posteriormente pasó a un palacete de Rocafort llamado “Villa Amparo” flanqueado
por un largo muro de grafitis que lo separa de la acequia de Moncada y donde todavía
está inscrito parte del comentario que Machado hizo al poeta alicantino Pla y
Beltrán.
“Esto es como un poco de paraíso. Sobre
las huertas flamean todos los verdes, todos los amarillos, todos los rojos, el
agua de estas venas surca graciosamente y abastece el cuerpo de esta tierra”.
Luego exclamó:
“¡Cuánto ha debido
laborar el hombre para conseguir esto!”.
Al lado se ve un dibujo de Ramón Gaya para la revista Hora de España, donde supuestamente pasa
el poeta por un pontón sobre la acequia.
En 1938,
siempre huyendo de las tropas franquistas, pasa a Barcelona donde vive en el
hotel Majestic primero, y luego en una residencia señorial abandonada.
Participó en actividades públicas de apoyo a la causa republicana y sus
escritos difunden lucidez y adhesión incondicional.
Y así, fiel a su compromiso como siempre,
junto a miles de españoles abandona España, al lado de su madre, por la frontera de La Junquera en enero de
1939. Las condiciones en que se encuentran ambos son verdaderamente lastimosas
y deplorables: andando entre barrizales, pasmados de frío en pleno invierno y
acuciados por los bombardeos de los aviones del ejército franquista.
Carmen García Royo y J. Serafín Aldecoa
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