Siguiendo el plano adjunto de estas tierras, nos es imposible olvidarnos de Almagro que aunque no sea un lugar cervantino, posee el célebre corral de las comedias mejor conservado y en activo de Europa.
Sentado en sus sillas de anea es fácil ver desfilar los personajes que estudiamos en nuestros pupitres, luchando por su amor o muriendo por su honor.
Y ya llegamos a la capital de la provincia del mismo nombre: Ciudad Real y tras descansar en el parque Gasset, hay que entrar al Museo del Quijote y Biblioteca Cervantina. En él podemos visitar a través de un moderno montaje sus tres salas, donde conversan los personajes más famosos, donde se nos transportará a una imprenta de principios del siglo XVII o donde se expone una breve narración de esta universal obra. En la planta principal los investigadores y estudiosos disponen de una impresionante biblioteca dedicada al tema cervantino con 3.000 volúmenes.
¿Pero dónde situaríamos exactamente al autor de estas aventuras, a Miguel de Cervantes? Pues tras su paso por Madrid y Valladolid, vivió en Esquivias (Toledo), casándose con una rica lugareña y pasando mucho tiempo con el tío abuelo de su mujer, Alonso Quijada, hidalgo rico y lector de libros. De él tomo el nombre y de otros vecinos que le asombraron por uno u otro detalle. En la Casa Museo de Esquivias es fácil imaginarse a Cervantes o El Quijote (tanto monta) repasando legajos a la luz del velón de bronce.
Carmen García Royo
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