jueves, 16 de septiembre de 2010

RUTAS LITERARIAS: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha VI

Imbuidos del espíritu quijotesco, ya no podemos dejar de empaparnos hasta el último detalle y entrar en Villanueva de los Infantes donde, según un estudio de la Universidad Complutense, se sitúa la zona cero de El Quijote. Una de sus más céntricas casonas aparece descrita tal cual en el capítulo XVIII de la 2ª parte: la casa del caballero del Verde Gabán, pero está desdibujado todo este asunto cervantino porque allí habitó y murió Francisco de Quevedo siendo enterrado, en su momento, en la parroquia de San Andrés de dicha villa.

Siguiendo el plano adjunto de estas tierras, nos es imposible olvidarnos de Almagro que aunque no sea un lugar cervantino, posee el célebre corral de las comedias mejor conservado y en activo de Europa.

Sentado en sus sillas de anea es fácil ver desfilar los personajes que estudiamos en nuestros pupitres, luchando por su amor o muriendo por su honor.

Y ya llegamos a la capital de la provincia del mismo nombre: Ciudad Real y tras descansar en el parque Gasset, hay que entrar al Museo del Quijote y Biblioteca Cervantina. En él podemos visitar a través de un moderno montaje sus tres salas, donde conversan los personajes más famosos, donde se nos transportará a una imprenta de principios del siglo XVII o donde se expone una breve narración de esta universal obra. En la planta principal los investigadores y estudiosos disponen de una impresionante biblioteca dedicada al tema cervantino con 3.000 volúmenes.

¿Pero dónde situaríamos exactamente al autor de estas aventuras, a Miguel de Cervantes? Pues tras su paso por Madrid y Valladolid, vivió en Esquivias (Toledo), casándose con una rica lugareña y pasando mucho tiempo con el tío abuelo de su mujer, Alonso Quijada, hidalgo rico y lector de libros. De él tomo el nombre y de otros vecinos que le asombraron por uno u otro detalle. En la Casa Museo de Esquivias es fácil imaginarse a Cervantes o El Quijote (tanto monta) repasando legajos a la luz del velón de bronce.

Carmen García Royo

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