martes, 20 de diciembre de 2011

RUTA LITERARIA: El fragor del agua IV


La otra alternativa que elegimos cuando la tarde iba de caída, fue llegar caminando hasta la Central Eléctrica del Maestrazgo o Cantalar. A lo largo del recorrido, cual un jardín botánico anárquico y silvestre entre vastos espacios al principio que se fueron reduciendo a una tortuosa senda, observamos que grandes piedras crean obstáculos en las aguas, piedras desgajadas desde hace tiempo de la Carcama que llegan hasta el borde del pantano de Santolea, de ahí el nombre con que se conoce la central, Cantalar.
Acabábamos de hablar por teléfono con Giménez Corbatón, sobre la ruta literaria que estábamos haciendo y en concreto sobre esta Central a la que está ligado afectivamente y donde pasó muchas épocas de su niñez, y ya nos avisó que con el segundo recrecimiento del pantano estaba muy disgustado porque poco a poco iba desapareciendo bajo las aguas la Central, el molino familiar y la casa. Gracias José, por compartir con tus lectores la maravilla de estas historias de nuestro reciente pasado.
Pudimos acceder hasta el lugar, la maquinaria oxidada guardaba su antigua grandiosidad, parte del tejado del molino hundido, en verdad nos pareció que se iba acercando a los restos de un naufragio. La planta baja de la casa anegada dejaba el tendedero al borde del agua y las pinzas eran como barcos a la deriva, presos de un cordel misterioso del cual no podían zafarse.
Mítica esta Central y con una situación estratégica única, dos veces fue dinamitada, en la Guerra Civil y en la madrugada del 16-8-1946 por los maquis, pero según su abuela, “con mucha educación para desalojarlos y sin muerte alguna”.
Volvemos de nuevo al remanso del barrio de la Algecira y contemplamos otros recorridos, se puede ir también a unas pinturas rupestres, al puente de Fonseca y a los estrechos del río Guadalope, pero como estamos a mitad de otoño y la luz va aminorando, optamos por subir los dos km que nos separan de Ladruñán e iniciar los 750 m hasta Crespol (en los relatos Castelbejal de Crespol). Rutas que no hubiéramos encontrado sin el asesoramiento de nuestros compañeros del instituto, Fernando Muñoz y Mª Jesús Pérez.
Ladruñan es el núcleo central de ambos barrios, en otros tiempos pueblo olvidado y destino a modo de castigo para maestros que no comulgaban con el régimen, como nos relataba una antigua compañera que lo sufrió, no por sus gentes cálidas y solidarias sino por la distancia de sus comunicaciones y la lejanía de los pocos avances de la civilización que existían entonces, como el agua corriente y la luz.
Hoy está cuidado por sus habitantes tanto por los nativos como por los neo-rurales que allí se han asentado, desde Barcelona, Almería, o Canarias, algunos incluso antes de la seducción de la electricidad. Pero este año es el primero que no tiene escuela.
Al vagar por sus calles tanto antaño como ahora, me figuro que abriéndose grietas entre el silencio, se escucharía la sonoridad del agua. Como nos dijo José, el personaje que más sabe del pueblo según nos informaron y él nos confirmó: ”Uff, soy…cuando me sueltan, buen conocedor del término, palmo a palmo y de las historias que aquí se vivieron en la guerra y la postguerra".
Y sí "El agua nace en el Güergo, ladera abajo".
Pero no hacía falta saberlo porque durante todo el tiempo y en todo momento de la ruta, el murmullo nos acompañó allá donde estuviéramos, como si la Quebrada hiciera el papel de una muralla devolviéndonos donde fuéramos, el eco de la sonoridad del fluir del agua.
Ya lo decía Próspero a su vieja en su último viaje desde la Umbría:
-¿Sabes? Debajo de la Quebrada hay agua.
-¿Qué?
-Tenías tú razón, no era el viento como decía tu padre. Bajo la Quebrada corre el agua.
-¿Quién te lo ha dicho?
-Ahora lo sé

No hay comentarios:

Publicar un comentario