Mi abuela Tomasa, cuando era pequeña (sobre unos diez años) vivía en un pueblo de Huesca llamado Castejón de Monegros. Al comienzo de la Guerra Civil, estaba situado en la zona "nacional", pero en 1937 los ejércitos de la República realizaron batallas en esa zona de los Monegros (Alcubierre, muy cerca del pueblo de mi abuela). Ella recuerda cómo el ejército republicano entró en el pueblo y arrasaron las Iglesias, ermitas, el Ayuntamiento y las casas de los vecinos más ricos.
A pesar de la prohibición de sus padres, los chicos del pueblo salieron a callejear y a observar con asombro lo que ocurría. Mi abuela, que tiene gran devoción a la virgen de su pueblo, observó aterrada como tiraban a la calle reliquias, papeles y las imágenes religiosas destrozadas. Sin que nadie la viera, cogió la cabeza de la virgen de la Iglesia que rodaba por la calle, la escondió entre la ropa y se la llevó a su casa.
Después de que terminara la guerra, la Iglesia, que sabía que mi abuela poseía la cabeza de la virgen (ya que los niños no saben guardar secretos) le pidió que la devolviera para su restauración y colocación en su altar. Ella se negó, diciendo que la había perdido, pero sin embargo la ha tenido guardada todos estos años y, allá donde iba se la llevaba. Actualmente la tiene en la habitación de la residencia donde se aloja.
La imagen de la virgen (la Inmaculada) estaba hecha con un armazón de madera como cuerpo y solamente tenía cabeza y manos, el resto estaba cubierto por el ropaje. Por esta razón la cabeza saltó con mucha facilidad rodando.
Los recuerdos de mi abuela sobre la Guerra Civil no son especialmente tristes porque en su pueblo no se libró ninguna batalla y porque sus padres se dedicaban a los cultivos y a la ganadería y nunca les faltó alimentos ni pasaron hambre. Curiosamente ella se conoce todas las canciones del bando republicano. Sin embargo, la historia de mi abuelo es radicalmente contraria ya que tenían la misma edad pero vivía en Teruel, sufriendo bombardeos, la destrucción de su casa y el abandono de esta, desplazándose andando él y toda su familia hacia la zona de Valencia.
Pasados los años, mi madre me cuenta que mi abuela no tenía tanto rencor y resentimiento hacia el bando republicado, mientras que él no podía escuchar ni siquiera las canciones republicanas que ella recordaba.
Reyes Quiñones Torres
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