En la enorme sala hexagonal se encontraban miles de personas presenciando el increíble espectáculo que los partícipes del teatro representaban y daban a mostrar al túmulo de personas que allí se encontraba. Desde lo alto de las tribunas principales podía escucharse a la gente valorar el teatro ejercido en aquel momento por los partícipes de este mismo, en la parte media se escuchaban murmullos de placer por lo visto, que se juntaban con los aplausos y alabanzas de la parte más baja de la sala. Conforme el teatro y las horas iban avanzando las personas que allí se encontraban iban animándose y empezaban a dejarse llevar por los sentimientos que provocaba el teatro, cantando al son del musical y bailando al compás de la música; la gente eufórica con alegría y energía fue animando a las personas tímidas y en desacuerdo con lo que estaba ocurriendo, a levantarse, para por una vez dejarse llevar y pasarlo bien, uniéndose a la gente. El joven Carlos dejando al lado su timidez se unió al espectáculo, a las canciones y bailes que en ese momento se combinaban; él ni siquiera tenía en su cabeza el concepto pasarlo bien y dejar a un lado la timidez pero aquella situación hizo que todos sus pensamientos y actitudes le cambiaran por completo, lo que al principio era una obligación acabó convirtiéndose en un momento magnífico repleto de alegría y diversión.
En el hall de la entrada donde se juntaban todas las salidas de las escaleras se podía ver a una multitud de personas descender agrupadas por cada una de las escaleras que el hall contiene, bailando, cantando, enérgica, parecía ser que el espectáculo había gustado y que no solo acababa en aquella sala sino que continuaría fuera desarrollado a su manera por jóvenes, adultos, personas de distintas edades eso no importaba cada uno lo viviría a su manera.
Victoria Barrull Martín (4ºA)
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