Por la escalera central del instituto Segundo de Chomón, a las dos y veinte de la tarde un viernes soleado, unos cuatrocientos jóvenes se agolpan por salir de la “no-vida” a la vida de relax en la calle. Desde el tercer piso bajan los alumnos de bachillerato junto con los de la clase de cuarto A, estos son los más mayores pero aún así también corren lo más rápido posible para salir antes; en el segundo piso se encuentran los demás cuartos y los alumnos de tercero que hacen avalanchas para salir los primeros; y por último, los de primero y los de segundo que, por suerte para ellos, no tienen que bajar escaleras pero aún así se amontonan por sus pasillos y echan la carrera para ver quien consigue salir antes del “infierno”.
Al llegar a la calle los chavales son un poco más felices y en lo que menos piensan es en tener que volver el lunes siguiente. Los más mayores se amontonan en la puerta fumando mientras hablan entre amigos que en pocas horas verán. Unos alumnos, los más afortunados, tienen su casa bien cerca pero otros en cambio tienen que coger el coche o la moto. Aunque los más desafortunados son los de los pueblos que tienen que esperar hasta que llegue el autobús y estar un rato montado en él hasta llegar por fin a su destino.
Andrés Abril Gisbert (4ºA)
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