Paseando por el pasillo, a lo lejos se observaban unas interminables escaleras como si de una pirámide se tratasen, en cuya cúspide, casi inalcanzable, se asomaba un remolino de personalidades. Provenían del último piso, avanzando rápido y firme, rompiendo la calma ya extinguida.
El disparo de salida estaba sonando, el golpeo de las puertas contra la pared indicaba el comienzo de la lucha por la victoria, marabuntas de cien pies luchaban a empujones para ponerse en primera posición, pero es casi imposible, todos los cursos están reunidos en los pasillos y arrasan con todo lo que encuentran, ese tranquilo ambiente de biblioteca convertíase poco a poco en lo que parecía ser una tormenta, llegando ya a la meta todos comienzan con una diarrea verbal, gritos y palabras extrañas resonaban y se perdían en el resto de voces que pedían a gritos libertad.
Todos veíamos cómo ese pequeño agujero de luz iba tapándose por la marabunta, que iba creciendo por segundos, hasta que por fin todos consiguen su meta, la libertad tras los muros de esta celda de libros en la que pasamos parte del ciclo vital. Ya solo quedan unos pocos jóvenes aturdidos por el caos y el descontrol, ya no quedaba más que la imagen de cientos de mochilas alejándose tras el muro, habíamos superado otra tormenta de personalidades, pero sé que esto no termina aquí…
Anónimo (4º B)
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