Antiguo Corral del Príncipe, hoy Teatro Español, de un color empastelado y con los nombres dorados en la parte superior de los grandes escritores del panorama español, entre ellos, nuestro D. Ramón de Valle Inclán.
10) Mirando el teatro junto a la escultura de García Lorca (un poco pequeña, creo, para el contexto en que se desenvuelve) nos adentramos por la calle de la izquierda (Núñez de Arce) y enseguida empezamos a ver una serie de bares que nos abrirán las puertas al Callejón del Gato.Lugar esperpéntico y valleinclanesco por antonomasia.
Un poco antes de morir Max habla a Don Latino de estos espejos y de su imaginario. España es una deformación grotesca de la civilización europea. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas. Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España".
Seducidos y un tanto desnortados todavía por este callejón, salimos por el otro extremo de la calle cuando dos casas decimonónicas y un rombo amarillo municipal, por si no nos hemos enterado aún, nos trae a la memoria el lugar donde tantos bohemios, filibusteros y andariegos han ido a reflejarse en estos espejos cóncavos y convexos del madrileño barrio.
A continuación entramos en la Plazoleta del Ángel y un magnífico trampantojo de Ángel Aragonés ocupa la fachada ciega de una casa, otrora famoso teatro de comedias de la Cruz, al que solía asistir -según dicen- Felipe IV y en el que se puede leer dentro del mural el poema siguiente:
¿Me engañan los ojos o el deseo?
Donde existió un teatro, ahora calle
¿ O la calle toda es ahora un teatro?
¿ Me engañan los ojos o el deseo?
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