"En menudo lío me he metido", pensaba él mientras garabateaba distraído en la sección de notas de su agenda. Cuatro años atrás, nuestro protagonista tomó una decisión que para los demás de su clase era un error que había que tratar a base de motes ofensivos y alguna que otra paliza.
Había decidido no seguir las modas de adolescentes, vestir a lo heavy y escuchar la música que iba desenterrando gracias a los "pues cuando yo tenía tu edad, yo escuchaba..." de sus padres.
Por fuera, él tenía apariencia de heavy (le gustaba aquella estética y alguna vez oía aquella música), pero su gran pasión era la música española de los años 70 y 80.
Porque, desde que él era pequeño, sus padres ponían en la minicadena aquellos grupos y cantantes que él consideraba ahora unos mitos: Nino Bravo, Tino Casal, Alaska... Aquellas y otras voces de las que su generación había olvidado los nombres.
Cuando él tomó su decisión, recibió muchas burlas de sus compañeros, y nadie de otras clases se atrevía a echarle una mano por temor a ser represaliado. Pero alguien siguió siempre a su lado, y fueron los seres que le dieron la vida, sus padres.
Ellos estaban orgullosos de que su Manu fuese diferente a aquellos chicos que se iban de botellón e iban intentando ligar con todas las chicas que podían. Manu prefería quedarse en casa leyendo cómics japoneses y escuchando música que irse de borrachera.
Pero, con cada insulto que recibía, con cada patada que le daban, él pensaba: "No voy a dejarme vencer, me ha costado mucho seguir mi camino a pesar de los baches y nadie me va a bajar de la montaña".
Un día, los cielos, la Providencia o lo que fuese, le hicieron un gran regalo. Llegó una chica nueva a su clase y se llamaba Noelia, por la canción de Nino Bravo.
Ella había sufrido lo mismo que Manu, pero en Madrid. Y decidieron que, a pesar de que sabían que los demás se lo iban a hacer pasar mal a causa de su error, habían logrado que su espíritu fuese "libre como el sol cuando amanece".
Había decidido no seguir las modas de adolescentes, vestir a lo heavy y escuchar la música que iba desenterrando gracias a los "pues cuando yo tenía tu edad, yo escuchaba..." de sus padres.
Por fuera, él tenía apariencia de heavy (le gustaba aquella estética y alguna vez oía aquella música), pero su gran pasión era la música española de los años 70 y 80.
Porque, desde que él era pequeño, sus padres ponían en la minicadena aquellos grupos y cantantes que él consideraba ahora unos mitos: Nino Bravo, Tino Casal, Alaska... Aquellas y otras voces de las que su generación había olvidado los nombres.
Cuando él tomó su decisión, recibió muchas burlas de sus compañeros, y nadie de otras clases se atrevía a echarle una mano por temor a ser represaliado. Pero alguien siguió siempre a su lado, y fueron los seres que le dieron la vida, sus padres.
Ellos estaban orgullosos de que su Manu fuese diferente a aquellos chicos que se iban de botellón e iban intentando ligar con todas las chicas que podían. Manu prefería quedarse en casa leyendo cómics japoneses y escuchando música que irse de borrachera.
Pero, con cada insulto que recibía, con cada patada que le daban, él pensaba: "No voy a dejarme vencer, me ha costado mucho seguir mi camino a pesar de los baches y nadie me va a bajar de la montaña".
Un día, los cielos, la Providencia o lo que fuese, le hicieron un gran regalo. Llegó una chica nueva a su clase y se llamaba Noelia, por la canción de Nino Bravo.
Ella había sufrido lo mismo que Manu, pero en Madrid. Y decidieron que, a pesar de que sabían que los demás se lo iban a hacer pasar mal a causa de su error, habían logrado que su espíritu fuese "libre como el sol cuando amanece".
Susana Beatriz Montesinos Torres, 1º de SMR
Vaya, al final vais a acabar hartos de mí... Mandé un relato al periódico del estudiante.
ResponderEliminarEso nunca, necesitamos una docena como tú.
ResponderEliminarSaludos. Escribe. Escribe.
ResponderEliminarRafa Esteban (profesor de inglés)