domingo, 27 de febrero de 2011

RUTA POÉTICA POR BILBAO III

El café Iruña lo encontraremos saliendo de las Siete Calles, cogollo gastronómico y comercial, cruzando el puente del Arenal, frente a los jardines de Albia en cuyo centro se halla la escultura sedente de Antonio Trueba, obra de Benlliure el gran autor popular vizcaíno del siglo XIX y donde anteriormente se ubicaba la casa de Sabino Arana, padre y fundador del nacionalismo vasco.

Estamos en el barrio de Abando y en el elegante café Iruña. Construido en 1903, sus azulejos, techos policromados y pinturas murales, junto al hálito de su decoración mudéjar, trenzan un espacio único para la creación y derroche de versos.

No muy lejos de éste se encuentra el café La Granja dentro de la Plaza Circular y frente a la estatua del que fuera fundador de la villa de Bilbao, don Diego López de Haro.

Se inauguró en 1926 con la vocación de parecerse a los grandes cafés franceses. Entre sus columnas de hierro forjado y sus lámparas “art nouveau” aún se respiran las energías de apertura que caracterizaron las primeras décadas del siglo XX.

Saliendo del café recorreremos la Gran Vía hasta el parque de Doña Casilda Iturriza, también de influencia francesa, con innumerables especies arbóreas, una pérgola y el Museo de Bellas Artes junto a la efigie del poeta Ramón Basterra en un extremo, en el otro, un monolito en recuerdo a Gabriel Aresti (1933-1975), el gran poeta euskaldún de Bilbao.

Podemos seguir andando, cruzamos desde ahí la ría y junto a la estación modernista de la Concordia, la sede de la Sociedad Bilbaína, donde estuvo la primera redacción de Hermes, la gran revista literaria del País Vasco. Junto a la estación, el recuerdo de otro café tertuliano y literario de los años 50-60, hoy día llamado cafetería casino Nervión, por donde pasarían Blas de Otero y Gabriel Aresti entre otros.

Frente a la Bilbaína, la casa Mazas donde vivió Rosa Sánchez Orbegozo, poetisa romántica y abuela de Rafael Sánchez Mazas (1894-1966), ministro franquista y autor de La vida nueva de Pedrito Andía e inmortalizado por Javier Cercás en la novela Soldados de Salamina que adaptó al cine David Trueba en 2002, además de ser padre de Rafael Sánchez Ferlosio, autor de la célebre novela El Jarama.

Carmen García Royo

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