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Un día sucedió un
milagro maravilloso. Mientras caminábamos por las calles llenas de casquetes de
balas, vimos un edificio a lo lejos que se encontraba en perfectas condiciones,
estaba vallado, dentro había gente y parecían reírse. Ese era un lugar de paz,
donde cuidaban a los niños, les daban de comer y estaban con continua
protección; se veía correr a los niños, jugar con camiones y muñecas y
construían casas improvisadas donde jugar. Hacía demasiado tiempo que no veía una
estampa semejante; era absolutamente fantástico; a mi hermano se le iluminó la
cara por completo y ese temor por toda persona que nos había nacido comenzó a
desaparecer, era nuestra salvación. Aquellas personas eran muy curiosas, todos
los hombres eran soldados, pero eran buenos, no mataban, ayudaban, jugaban con
los niños y les hacían reír, les prometían protección, decían que nadie nos iba
a hacer daño, ellos estarían allí siempre; llevaban unos bonitos cascos azules.
Un día Irshú se acercó a uno de ellos y le preguntó si le dejaba el casco,
siempre le habían gustado, el soldado se rio y se lo colocó en su pequeña
cabecita, se veía más casco que niño; desde ese momento vimos el azul como un
color esperanzador y de alegría. Las mujeres que nos cuidaban allí eran
enfermeras; algunas no hablaban nuestro idioma pero sabían ayudarnos, nos daban
de comer y nos sacaban al patio a media
mañana, nos arropaban por las noches y si teníamos miedo se quedaban junto a
nosotros hasta que conseguíamos conciliar el sueño, eran unas personas muy
buenas. Nuestra confianza hacia ellos cada día iba en aumento, habíamos
encontrado un hogar; después de tanto tiempo, éramos felices.
Un día sucedió algo que nadie esperaba. Mientras estábamos
jugando en el patio, vimos caer una bomba no muy lejos de allí; la guerra había
llegado y no se detendrían por nosotros, arrasaría, llevándose por delante, si
era necesario, miles de vidas de niños y enfermeras inocentes; nos desalojaron
rápidamente y una bomba cayó sobre lo
que fue nuestra casa durante ese tiempo; lo que parecía que mejoraba había
vuelto a empezar, nos encontramos en la misma situación de la que habíamos
partido.
Elisa Martín
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