Tenía muchas ganas de ir, e incluso antes de llegar ya estaba emocionada, preguntándome qué me esperaría cuando llegara al lugar.
Cuando entramos, nos colocamos en los asientos, buscando el mejor sitio para ver las películas.
Ángel Gonzalvo nos hizo una pequeña presentación en la que nos habló del movimiento sufragista, el cual ya lo habíamos estudiado, y nos presentó a Ignacio Alfayé que acompañaría las cortas películas con su acordeón.
Desde el principio me sentí cautivada, realmente transportada por los acordes del instrumento hasta otra época. La verdad es que el instrumento daba mucho ambiente.
Las películas estaban bien, incluso eran entretenidas, pero todas tenían un mensaje oculto, por llamarle así, del que te dabas cuenta después de verlas, reflexionando tranquilamente.
En mi opinión las películas se dividían en dos grupos: las que ridiculizaban y se burlaban de la mujer, y las que mostraban a la mujer como una niña 'tonta' y revoltosa.
Ambos grupos nos dan una idea de lo que los hombres pensaban de las mujeres en esa época. Y yo me pregunto: ¿cómo podían las mujeres ir a ver esas películas, en las que las estaban insultando claramente?
Pero, tal y como nos dijo Ángel, a modo de conclusión, esto sigue pasando; puede que no tanto como antiguamente pero en prácticamente ninguna película actual la mujer es una persona autónoma que toma decisiones por sí misma, sino siempre pensando y basándose en un chico.
Bueno, puede que películas como Los juegos del hambre (aunque no he visto la película sí he leído los libros) sean la excepción.
Está claro que a las mujeres aún nos queda un largo recorrido por conseguir la total igualdad. Y el mayor obstáculo, muchas veces, somos nosotras mismas, las cuales simplemente nos contentamos con la realidad, pensando que lo de la igualdad está más que superado.
Marta García Bugallo (4º B)
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