Baba Pascal Camara, chófer y amigo del responsable de la biblioteca de Tombuctú, distribuyó el contenido de la misma en diversos lugares ocultos y permaneció diez meses en la biblioteca para salvaguardarla. Unos cientos fueron quemados pero la mayoría de los 100 000 que componen el fondo se han salvado. Todavía hay héroes.
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