jueves, 17 de marzo de 2011

RUTA POÉTICA POR BILBAO V


Unamuno, querido y odiado en aquel entonces, polemizó con Sabino Arana, que iniciaba su actividad nacionalista, ya que reconocía a Unamuno como vasco pero “españolista” puesto que gran parte de su vida la dedicará como profesor a la universidad de Salamanca. Allí tendrá una vida azarosa por los vaivenes políticos, donde sería depuesto y reintegrado como rector en varias ocasiones. Con la llegada de la II República fue elegido diputado a Cortes por la candidatura republicano-socialista en los comicios constituyentes de junio de 1931 pero se desencantó de la política y cuando se inició la Guerra Civil, apoyó a los rebeldes militares mandados por Franco aunque luego se arrepintió públicamente de haber dado su apoyo a la sublevación. Durante el acto de apertura de la universidad y ante algunos oradores que hablaban y criticaban la “anti-España”, respondió Unamuno con la famosa frase “Vencer no es convencer”.

No es menos célebre la diatriba con Millán Astray, jefe de la legión, que ante su “¡Viva la muerte!”, Unamuno hace una loa a la vida y, furioso Millán Astray, grita: “¡Muera la inteligencia!”, a lo que el escritor le responde: “No, viva la inteligencia…convencer significa persuadir y para ello necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha”, lo que acabó con la expulsión del rectorado y con arresto domiciliario.

Unamuno es considerado como uno de los predecesores del existencialismo como doctrina filosófica que luego se extendería por toda Europa. De él, el día de su muerte, Antonio Machado dijo: “Hoy Unamuno ha muerto repentinamente como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo”.

El Ayuntamiento de Bilbao le dedica un homenaje anual en su plaza pero a su muerte fue un poco denostado y olvidado por los dos bandos que se enfrentaron en la Guerra Civil.

Carmen García Royo

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