martes, 12 de octubre de 2010

LA VIDA DE LOS LIBROS

Los libros no se jubilan nunca. Pasan los años, viven tal vez arrinconados, apilados, a veces desaparecen durante una temporada, cuando la presión de las novedades parece que los oculta y los relega a la fatídica segunda fila de un estante, y ahí siguen, esperando el encuentro con quien los desee leer, aunque parezca que las manos torponas que lo abren y pasan sus hojas a toda prisa, lo hagan aburridas y en cualquier momento lo vayan a dejar de nuevo, con un poco de suerte, en el mismo sitio en el que ha pasado tanto tiempo.

Esto sucede en la biblioteca del Chomón. Parece magia: con el traslado el nuevo instituto, todo ha vuelto a su sitio en un momento, la luz se ha apoderado de los libros, y ya empieza el goteo de personas que pasan buenos ratos en este laberinto.

Algunos de estos libros han cumplido años, y todavía esperan (los buenos libros siempre han tenido mucha paciencia) ser rescatados del olvido por alguien que se acerque a ellos en uno de los paréntesis que dan vida a este rincón del Chomón.

Cuando tienes un libro en las manos, a veces no te dice nada. Pero no es difícil descubrir la trayectoria de un título publicado hace años, y entonces el descubrimiento es impresionante. A lo mejor fue un libro importante para muchas personas o tuvo una trascendencia que no hubiéramos sido capaces de imaginar.

Me gustaría hablar de algunos con los que me he encontrado esta última temporada.

Rafael Esteban Silvestre

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