jueves, 15 de septiembre de 2011

LA PLAYA

Una playa… ¿jamaicana? Es igual, mientras sea de una isla del Caribe y haya muchas palmeras. Estoy sola en la playa, tumbada sobre la toalla y bajo una palmera, para que el sol de la tarde no me moleste. Llevo el pelo recogido. ¿Dije recogido? ¡Si nunca lo llevo así! Pero, por lo visto, en esta ocasión lo llevo recogido en una coleta, trenzas incluidas. De repente, mientras observo el mar desde mi vegetal escondrijo, oigo música tras las palmeras. Parece música de Bob Marley, y que celebran una fiesta. Desearía ir, pero se está tan a gustito tumbada bajo la palmera, con la brisa marina… De repente, siento algo. En esa playa falta algo. Y también siento deseos de encontrarme con la gente de la fiesta, la gente que se divierte… Pero algo me impide levantarme, quizá la vergüenza por encontrarme con gente desconocida o el que me manden al carajo…
De repente, se para la música. Despierto. Debió de ser un sueño, pues aparecí sentada en el suelo de mi habitación y el ordenador entre las piernas.

Susana Beatriz Montesinos Torres, 1º de Grado Medio SMR

1 comentario:

  1. El mar , la playa me sugiere uno de los poemas de José Hierro a quien tuve la suerte de conocer , en el café donde normalmente escribía y se inspiraba, aún lejos del mar, de su mar , él sabía a mar...
    Esta poesía es grande y hermosa como el infinito océano:

    Poema Despedida Del Mar de José Hierro



    Por más que intente al despedirme
    guardarte entero en mi recinto
    de soledad, por más que quiera
    beber tus ojos infinitos,
    tus largas tardes plateadas,
    tu vasto gesto, gris y frío,
    sé que al volver a tus orillas
    nos sentiremos muy distintos.
    Nunca jamás volveré a verte
    con estos ojos que hoy te miro.

    Este perfume de manzanas,
    ¿de dónde viene? ¡Oh sueño mío,
    mar mío! ¡Fúndeme, despójame
    de mi carne, de mi vestido
    mortal! ¡Olvídame en la arena,
    y sea yo también un hijo
    más, un caudal de agua serena
    que vuelve a ti, a su salino
    nacimiento, a vivir tu vida
    como el más triste de los ríos!

    Ramos frescos de espuma… Barcas
    soñolientas y vagas… Niños
    rebañando la miel poniente
    del sol… ¡Qué nuevo y fresco y limpio
    el mundo…! Nace cada día
    del mar, recorre los caminos
    que rodean mi alma, y corre
    a esconderse bajo el sombrío,
    lúgubre aceite de la noche;
    vuelve a su origen y principio.

    ¡Y que ahora tenga que dejarte
    para emprender otro camino!…

    Por más que intente al despedirme
    llevar tu imagen, mar, conmigo;
    por más que quiera traspasarte,
    fijarte, exacto, en mis sentidos;
    por más que busque tus cadenas
    para negarme a mi destino,
    yo sé que pronto estará rota
    tu malla gris de tenues hilos.
    Nunca jamás volveré a verte
    con estos ojos que hoy te miro.

    Gracias por permitirme aportar este granito de arena a tu trabajo Susana.
    Un abrazo
    Sonsoles Moreno

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