Con muchos
nervios e ilusión preparamos nuestras maletas y la madrugada del 26 de junio
salimos de Teruel rumbo a Barcelona para coger allí el avión que nos
trasladaría a la capital italiana. Tras una noche en la que apenas pudimos
dormir debido a los nervios y las ganas
que teníamos por llegar, por fin aterrizamos en Roma.
Durante el
primer día, visitamos la parte antigua de la ciudad, nos impresionó mucho
porque eran grandes monumentos con muchos años de historia. Hicimos una visita
guiada por el Coliseo y el Foro Romano, pasando por el monumento a Víctor
Manuel, el arco de Constantino y el arco de Tito entre otros monumentos. El
Coliseo, que tanto hemos visto en películas, nos impactó mucho por su tamaño y
no pudimos evitar pensar todo el sufrimiento que se vivió dentro durante la
época del Imperio Romano.
Durante las
dos primeras noches nos alojamos en el Camping Village Roma donde conocimos a
estudiantes de otras nacionalidades y de otras partes de España.
El viernes
visitamos el Vaticano, donde vimos las innumerables obras de arte que hay en
los museos vaticanos, además de la impresionante Capilla Sixtina de Miguel
Ángel que destaca por los frescos que cubren toda su estructura.
Por la tarde
realizamos una visita guiada por la Roma de La Dolce Vita, visitando numerosas
plazas emblemáticas, como por ejemplo la plaza Navona, el Panteón de Agripa, la
Fontana di Trevi y la plaza de España. En esta visita tuvimos muy mala suerte
ya que las dos últimas plazas estaban siendo restauradas y por ello estaban
valladas y no pudimos acercarnos lo suficiente, pero no rompimos la tradición y
tiramos la típica moneda en la Fontana di Trevi por encima de un cristal.
Esa
noche cenamos en un restaurante céntrico cercano al Panteón, la comida durante
toda la semana fue muy monótona, pues se resumió en pasta y pizzas.
El
sábado nos trasladamos a Nápoles, una ciudad que no tuvimos el suficiente
tiempo para visitarla pero sí para darnos cuenta de que en Italia las normas de
tráfico no las cumple nadie. Después nos dirigimos a Pompeya para ver las
antiguas ruinas de la ciudad que quedó sepultada por la lava del Vesubio.
Pompeya nos impresionó mucho, en especial los cuerpos de las personas cubiertas
de ceniza en la forma en la que se quedaron tras la erupción.
Durante las
dos noches siguientes nos alojamos en el hotel Villa Serena situado en
Castellammare di Stabia, un pueblo cercano a Nápoles.
El
domingo fue para nosotros el mejor día del viaje. Por la mañana fuimos a Capri
en pequeños yates, disfrutando de un tiempo de relax en el mar. Al llegar, para
subir a la zona alta de la isla, utilizamos el funicular. Arriba pudimos
admirar las vistas desde un mirador, que eran realmente bonitas y que quedarán
grabadas en nuestras retinas por mucho tiempo. Además, tuvimos tiempo de
callejear por Capri y de hacer algunas compras, pero no muchas porque la
mayoría eran tiendas de lujo con unos precios desorbitados.
Después
de comer regresamos al puerto para coger nuestros barcos y navegar alrededor de
la costa, donde pudimos zambullirnos en el mar cerca de unos enormes
acantilados llenos de cuevas. La de este día fue, sin lugar a duda, una
experiencia inolvidable.
Al
día siguiente, nos dimos un baño en la playa de Ostia que nos llamó la atención
por su peculiar arena negra. Luego visitamos los famosos estudios Cinnecita, en
los que aprendimos cómo se ruedan las películas, entramos al estudio de rodaje
más utilizado por el conocido director Fellini y paseamos por los diferentes
decorados exteriores que han sido protagonistas de importantes películas en la
historia del cine. En apenas unos metros pudimos pasar de la Antigua Roma al
Nueva York de los 60 pasando por el Antiguo Egipto y por la Italia de la Edad
Media, aunque todo estuviera fabricado con corchopán.
Para
terminar nuestra estancia en Italia nos dirigimos al puerto de Civitavecchia
donde cogimos un ferri para volver España. Pasamos más de veinte horas en el
barco, en las que nos dio tiempo para cenar, bailar en la discoteca, ver
amanecer en Córcega, dormir, darnos un baño en la piscina y tomar el sol.
Después
de una larga travesía llegamos de vuelta a Teruel con numerosas e inolvidables
experiencias vividas en un viaje en el que hemos aprendido muchas cosas pero que
sobre todo, ha hecho que nos conozcamos mejor y aumente nuestra amistad. Sin
duda, esta ha sido una de las mejores semanas de nuestra vida de la que hemos
vuelto con una idea clara: Volver algún día a Italia.