Casa Grande (Baronía de Escriche) |
Yo quiero contribuir con algo muy nuestro, con algo propio de nuestro acervo literario, más que interesante. Memento mori, recordemos que hemos de morir, hagámoslo de forma elegante, festiva pero digna.
La noche de Todos los Santos es una noche muy particular. En ningún otro momento del año el mundo de los vivos y el de los muertos están tan cerca, tanto, que casi se tocan, e incluso, se puede pasar de uno a otro... Inquietante.
¿ Decís qué no? Juzgad, si no me creéis, estos versos de José de Espronceda (1808-1842)
EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA: Acto Primero
Era más de media noche,
Antiguas historias cuentan,
Cuando, en sueño y en silencio
Lóbrego envuelta la tierra,
Los vivos muertos parecen,
Los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
Temerosas voces suenan
Informes, en que se escuchan
Tácitas pisadas huecas,
Y pavorosas fantasmas
Entre las densas tinieblas
Vagan, y aúllan los perros
Amedrentados al verlas;
En que tal vez la campana
De alguna arruinada iglesia
Da misteriosos sonidos
De maldición y anatema,
Que los sábados convoca
A las brujas a su fiesta.
El cielo estaba sombrío,
No vislumbraba una estrella,
Silbaba lúgubre el viento,
Y allá en el aire, cual negras
Fantasmas, se dibujaban
Las torres de las iglesias,
Y del gótico castillo
Las altísimas almenas,
Donde canta o reza acaso
Temeroso el centinela
Todo en fin a media noche
Reposaba, y tumba era
De sus dormidos vivientes
La antigua ciudad que riega
El Tormes, fecundo río,
Nombrado de los poetas,
La famosa Salamanca,
Insigne en armas y letras,
Patria de ilustres varones,
Noble archivo de las ciencias.
Sonsoles Moreno