martes, 28 de octubre de 2014

INTRIGA EN EL MUSEO CON "EL MAESTRO DEL PRADO", DE JAVIER SIERRA (III)

Seguimos... y nos encontramos con "La Transfiguración" de Giovanni Francesco Penni, que es una copia del original de Rafael Sanzio -1520, ubicada en los Museos Vaticanos- , por lo que podríamos decir para el tema que nos interesa, que es Rafael puro y observamos que los apóstoles no miran a Jesús en el momento en que se eleva al cielo sino a un niño al que todos apuntan y que parece un poseído. Y rápidamente las preguntas: ¿Por qué al niño en vez de a Jesucristo?
¿Pero qué tenía Rafael en la cabeza? 
¿Tenía algún conocimiento especial que la mayoría ni se lo imaginaba?

Junto a Javier, y siguiendo sus divagaciones, nos viene al pensamiento "La Escuela de Atenas" (1509, Museos Vaticanos) que Rafael pintó por encargo de Julio II para las Estancias de la Signatura y en donde representa el momento en que los teólogos reconcilian la filosofía y la astrología con la teología, retratando numerosos personajes que son los sabios del mundo, vislumbrándose rostros conocidos como el de Leonardo en el papel de Platón, o Bramante en el de Euclides y él mismo, de astrólogo mirándonos y llevando en su cuello bordado, las siglas RUSM (Rafael Urbinas Sua Manu), justo una osadía o reto a las normas de la Iglesia que prohibía a los artistas la firma de sus obras por considerarlo pecado de orgullo.
¿Qué nos querían decir con todos estos datos pictóricos? 
¿Por qué, a pesar de todo, firma? ¿Por rebeldía?
Se dice que mientras pintaba La Escuela de Atenas, se tomó su relevo pintando al bibliotecario Tommaso Inghirami (Galería Palatina , Florencia), y observamos que también estrábico como el niño de la Tranfiguración, pero ¿por qué los representa así a los dos?
En la clave simbólica de la época, nos dice el maestro Luis Fovel, que esa característica indicaba el acceso que -niño y sabio Tommaso, ambos con mirada especial- tenían a fuentes sobrenaturales de conocimiento. Los dos, uno a través de la cábala u otros saberes ocultos y el otro mediante el éxtasis, habían alcanzado el reino del espíritu.
Si nos fijamos, a la izquierda está Mateo con un libro abierto señalando a una mujer que es la alegoría de Sofía, la sabiduría de los griegos clásicos, pero ella también señala al niño diciéndonos que él es la llave. Así que prestando atención, estos dedos que apuntan al resucitado y al poseído nos están gritando que solo a través de los humanos especiales, como esos dos, alcanzaremos la esfera de lo sobrenatural.
En verdad, esta visión en ningún lugar de la Biblia se nos expone, por lo que deducimos que las relaciones entre Leonardo y Rafael y los pintores eran intensas y nos hace pensar que leían los mismos libros prohibidos y que tenían ideas religiosas semejantes.
Carmen García

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