En Canadá, las asignaturas están repartidas en dos semestres, de forma que durante la mitad del curso se estudian 4 materias y en la otra mitad, otras cuatro. Esto supone que todos los días imparten las mismas asignaturas, lo que facilita el estudio diario. A mí, en un mes no se me hizo pesado, pero puede que, tanto tiempo con las mismas asignaturas todos los días, se les haga muy rutinario.
Por otra parte, en vez de cambiar de aula los profesores, lo hacen los alumnos. Es decir, cada hora están con distintos compañeros. Esto me parece muy positivo porque conoces a más gente y te relacionas más que si solo vas a clase con tus amigos.
El instituto contaba con muy buenas instalaciones: aulas habilitadas para cocinar y trabajar con vehículos, biblioteca con ordenadores y Wifi a disposición de los alumnos, sala de música, una cafetería gigante e incluso una sala con escenario para que los alumnos del grupo de teatro pudieran actuar. Tenía dos gimnasios: uno para hacer deportes de equipo (baloncesto, voleibol…) y otro con máquinas para hacer fitness. El patio del recreo era inmenso, con amplias zonas de césped y pistas para hacer deporte.
En muchas asignaturas utilizan Ipads para trabajar, en vez de escribir a mano. También cuentan con pizarras digitales parecidas a las nuestras y pizarras normales.
Los horarios son parecidos a los de España, las clases empiezan a las 8.50 y acaban a las 14.55. Duran 1 hora y 15 minutos cada una y tienen un descanso de cincuenta minutos para comer a las 11:30, “lunchtime”.
En los institutos canadienses se le da mucha importancia al deporte, entrenan antes o después de clase. Las competiciones son los miércoles, a diferencia de en España, que normalmente son los fines de semana. Los alumnos que practican deporte (la mayoría) pueden saltarse las clases para asistir a los partidos. Uno de los miércoles en los que estuve en Mitchell District High School (mi instituto en Canadá) se jugaba un torneo de baloncesto en el gimnasio, y pasé más tiempo viendo los partidos que en clase, ya que la mayoría de los profesores nos llevaron a animar al equipo del instituto.
En España solo tenemos las asignaturas “importantes”. En Canadá, pueden asistir a clases como teatro, cocina y arte. Me explicaron que es para que todos los alumnos tengan oportunidades. Me parece un buen sistema porque si a un alumno no se le dan bien las matemáticas y no las va a necesitar en un futuro, puede dedicarse a aprender a cocinar, que le será más útil el día de mañana. Y los días, a pesar de que las clases duran más que en España, se hacen más amenos.
Dentro de las clases, se dan situaciones muy distintas que en España. Los profesores tratan de ser amigos de los alumnos, lo cual es bueno porque genera confianza, pero tengo que decir que en ocasiones había demasiada confianza, e incluso falta de respeto.
Los alumnos en clase tienen permitido comer, beber, escuchar música, usar teléfonos móviles…
Por último, quiero comentar una cosa como curiosidad. Los canadienses son muy patriotas, lo que se ve a simple vista ya que muchas casas tienen la bandera del país en el jardín. En el instituto, después de sonar el timbre de entrada, sonaba el himno de Canadá; todos los alumnos se levantaban y seriamente (ni un ruido en clase) lo escuchaban. Cuando acababa, anunciaban cosas por megafonía y podían empezar las clases.
Delia Mínguez (1º Bachillerato)
No hay comentarios:
Publicar un comentario