miércoles, 12 de marzo de 2014

ENTRE MUJERES ANDA EL JUEGO

A todos las mujeres y hombres que entienden
que la igualdad es asunto de todos.
Y que en  temas de igualdad
¡ NI UN PASO ATRÁS !
ni siquiera para tomar impulso.
De Sira a Amalia Garayoa
De María Dueñas a Julia Navarro
De "El tiempo entre costuras" a "Dime quién soy"
                Ahora que ya se han atenuado los destellos fulgurantes de las audiencias televisivas, en los 11 capítulos  de "El tiempo entre costuras",  y una vez pasada la gala de los Goya donde la alfombra roja se sintió inspirada por el "vintage" de los años 40, no puedo por menos que hacer una apreciación general de la serie y comparar a su protagonista con otra mujer y espía arriesgada también, pero en unas situaciones más duras y por supuesto con menos luminosidad.
                Sira (Adriana Ugarte) embelesa a la cámara y ella, a su vez,  le mima y le adora en todos sus movimientos, esto y los escenarios auténticos le daban un halo de realidad que aterciopelada por unos personajes entrañables,  hicieron de esta serie un espacio de máxima audiencia. Pero yo al leer la novela me la imaginaba con menos "glamour", más superviviente y entre líneas disfrutabas y sufrías por todo el entramado del espionaje tan complicado al que la protagonista tenía que responder,  y hasta sentías su latir en cada una de las aventuras; en cambio con la imagen delante, era todo tan amable que casi parecía "como" de ficción.
La otra mujer de "corta y rasga" en este dúo, que también era espía pero en sus correrías fue abarcando más espacios: Moscú, El Cairo, París, México, Buenos Aires ... se llama Amalia Garayoa ("Dime quién soy").
                Comienza esta historia con un encargo dirigido a Guillermo (periodista) por parte de su tía Marta para que investigue  la existencia de su abuela (Amalia Garayoa), recopile todo que haya sobre ella y reconstruya  la historia en un libro. Ella le irá dirigiendo con quién y dónde tiene que entrevistarse para ello, dirección que luego pasa a las primas hermanas de la investigada, unas abuelitas muy interesadas en que el asunto siga adelante, y que tienen  todos los contactos tan al milímetro calculados que te da cierto aire de irrealidad. La vida de esta mujer entre la saga familiar no había sido apenas mencionada desde que huyó abandonando marido e hijo por ideales y por amor poco antes de la Guerra Civil, dejando atrás una vida burguesa a cambio de una existencia misteriosa y clandestina.
                Junto a Amalia van desfilando personajes que influirán emocional e ideológicamente en ella, sin los cuales no podría haber llevado a cabo esa doble vida, ni haber salido indemne de algunos de sus trabajos: Pierre (por el que abandona a Santiago, su marido), Alberto (periodista norteamericano), Max (general alemán), su prima Laura, su incondicional Edurne... puntales que entre unos y otros le ayudan a recomponer un puente entre sus dos vidas: la acomodaticia de Madrid y la dura y arriesgada de espía.
                Pero Amalia a pesar de las dificultades, las torturas físicas a  las que es sometida en sus detenciones, lo peor que soportó fue el lastre interior que durante toda su vida arrastrará  como mujer y madre, escuchar su propio debate interno por haber abandonado a su hijo Javier; y más tarde la culpabilidad también de haber dejado invalido a Max en un atentado organizado por ella con el cual se sentirá en deuda, y al que dedicará gran parte de sus años posteriores en su cuidado..
                A lo largo de casi mil hojas, no te queda ni un momento de respiro, porque no es historia de grandes descripciones pero sí de una acción continuada y de un trasiego hasta la extenuación.
                Recuerdo que cuando terminé de leerla, pensé esto sí que es un libro de intriga y emoción lleno de dramatismo y con una mujer fuerte bamboleada tanto por los nazis como por los comunistas.
                Sira al lado de Amalia se queda en una aprendiza ante las aventuras de esta trepidante mujer. Pero luego sí que he vislumbrado otras diferencias y creo que ya he encontrado el equilibrio entre las dos protagonistas.
A "Dime quien soy" le salva de no ser pesadico el que Amalia Garayoa sea una mujer de muchas aristas pero de sus casi mil páginas quizá  le sobrarían unas cuantas. En muchos momentos es dibujada casi como un ser entre Juana de Arco y Matahari. Una "superwoman" que abarca todo lo que le proponen e incluso al final se basta ella sola para  trabajar y cuidar a Max recluido en una silla de ruedas.
                Un personaje de libro porque en la vida real no sabemos si se hubiera salvado de tantas situaciones extremas pero te mantiene en vilo, y el título es un juego de palabras acorde con el impredecible final, además de que a lo largo de la novela vamos vislumbrando cómo la autora nos pinta un excelente retrato de la historia del siglo XX.
                ¿En qué se parece a Sira? Las dos fueron valientes, lo dieron o perdieron todo por amor pero por origen Amalia era culta, políglota, burguesa. Por contra, Sira era autodidacta, clase media-baja,  pero despierta, observadora y sabiendo muy bien jugar su baza femenina. A ambas las arroparon los que las rodearon para cumplir los objetivos previstos, incluso hay una de las amistades en ambas muy similar que marcará sus vidas. En el caso de  Amalia  fue su amiga cantante de ópera Carla Alexandrini y a Sira la que le servirá para introducirse entre la alta sociedad y poner el taller a disposición de sus propósitos será su encantadora amiga, Rosalinda Fox, amante de Beigbeder.
Pero Amalia siempre estuvo sola aún con un hombre al lado y con pocas relaciones sociales , sin manos que la arroparan; en cambio Sira siempre estuvo acunada  por mujeres que formaban parte de su vida y que sin ninguna explicación   estaban ahí, además de su  "vecino" y el  policía que la descubrió tras el abandono de su primer  amante.
                También pensé que qué insatisfacción les llevó a ambas a renunciar a lo que tenían. ¿Podían ser las madame Bovary del siglo XX? Pero por supuesto con una proyección diferente: Enma no gozaba de ninguna complicidad femenina, no buscaba mejorar las condiciones de las mujeres que la rodeaban, en cambio  estas dos protagonistas no solo buscaban "lo suyo" sino que luchaban por los ideales que repercutirían en todo el tejido social.
Terminas ambos libros empatizando con una y con otra, es como haber viajado de puntillas por todos los entresijos del devenir histórico y habiendo hecho un seguimiento del enriquecimiento personal  que cada una va alcanzando junto a una madurez serena, pero "El tiempo entre costuras" tiene una prosa más cuidada, una trama mejor construida sobre unos cimientos más creíbles y la ambientación te seduce por ese origen árabe  que llevamos todos en el ADN de nuestros cromosomas, heredados de nuestro "abuelo 33" siglos ha. Y también a Sira la sentimos más real, más cercana, más nuestra y para muchas personas todavía más  tras haberla conocida en imágenes televisivas.
                Me han dicho que la serie televisiva ha disparado la venta de máquinas de coser y los libros, ¡¡¡Buena promoción si así se despierta el afán lector!!!
                Por eso ¿para cuándo otra serie como  "Dime quién soy"?
                ¡¡Atenta, Julia Navarro!!
                                                                 Carmen García Royo
 Nota: A pesar de las comparaciones y de otras visiones posteriores sobre el tema, sigo  avalando el comentario que elaboré sobre "El tiempo entre costuras" el 10-enero-2011 en este mismo Blog, sección ELECTURAS


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