domingo, 17 de junio de 2012

HISTORIA DE LA TÍA AMELIA

         Esta historia me la contó mi tía Amelia que es la hermana de mi abuelo, el padre de mi madre.
      Ella cuenta que venía una columna con milicianos y guardias civiles afines a la república  a ayudar a los de Teruel y que la guardia civil al ver los desmanes que iban haciendo por todos los pueblos por los que pasaban se iban enfadando y que cuando llegaron a La Puebla de Valverde también quemaron la iglesia y maltrataron a la gente, se sublevaron. Lo hicieron en la placeta de mi abuelo que hacía dos años que había terminado la casa porque eran albañiles, y que como no tenía nombre después le pusieron plaza de la Guardia Civil.
     Pasaron  mucho miedo porque disparaban por todos los sitios, todavía hay alguna bala incrustada en alguna puerta. Su padre los metió en un cuarto abajo para que no les pasara nada, a los heridos los metieron en la casa que hizo de hospital. Dice que su hermana se acuerda de ver muchos muertos por las calles.
Foto de Kati Horna
      Esto ya pasó y entonces después venía  la Columna de Hierro también de Valencia y al enterarse mi abuelo se fueron todos a Teruel también un hermano suyo con sus hijos, a casa de un albañil con el que trabajaba su padre y su hermano mayor que estaban haciendo las escuelas de La Puebla. Allí vivian todos en la cuesta de la Jardinera y dice que cuando bombardeaban se metían en un refugio que había, que una vez que bombardeaban a ella no la encontraban y es que estaba jugando con los chicos en las eras (que será ahora por donde viven los gitanos más o menos). De allí se fueron al seminario ellos y el hermano de su padre y sus hijos al edificio del banco de España. En un bombardeo desapareció un hijo y a la otra la sacaron de los escombros pero no se murió. Allí fue peor porque estaban rodeados de republicanos, estaban según dice ella muertos de hambre y de sed y que había un pozo en medio del seminario que lo controlaba una ametralladora desde la torre de San Martín y que cuando alguien iba lo tiroteaban, pero su hermano mayor al ver lo mal que estaban por la noche tiró una cadena hacia otro lado para hacer ruido y pudo sacar agua. Dice que iban a hacer sus necesidades a una nave que allí apilaban los muertos y que a su hermano León le dio como una locura de ver tantos.
De allí los llevaron a Valencia en un camión y al subir le dijeron unos milicianos a su madre “ande, tire a esa a la pila de muertos que no va a llegar a nada” y su madre no quiso aunque la llevaba en brazos muy málica. A su padre y a su hermano el mayor se los llevaron junto con el obispo Polanco a un campo de concentración, su padre se escapó cuando los llevaban a fusilar al meterse entre unos trenes porque llegó un bombardeo, pero en la noticias dieron la relación de los fusilados y a él también lo nombraron.
     En Valencia estaban la abuelita Luciana, el tío León, mi abuelo, la tía Miguela que la pusieron a trabajar en un orfanato y la tía Dolores con Lola y Carmen, como éramos muchos (tres familias) tuvieron que sacar cara por ellos para que no se llevaran a Leonor y a León a Rusia que ya les habían cortado hasta el pelo para embarcarlos.
     Mientras su madre no tenía noticias de su marido y no paraba de preguntarse qué habría pasado con él y una tía le dijo que había oído la Pirenaica y que habían nombrado a Guillermo como fusilado. Al terminar la guerra su padre contactó con ellos a través de gente del pueblo y les dijo que iba a ir a La Puebla y que si la casa estaba en pie volverían. Como fue y todavía estaba, pues volvieron. Son los únicos que no murieron porque cuando la columna de hierro cogieron a su hermano que tenía siete hijos y lo mataron sólo porque tenía una tienda de telas que era sastre y gente del pueblo le debía y lo señalaron cuando mataron a más.
     Como anécdotas cuenta que como ella era la pequeña y vivían al lado de unos republicanos que eran vascos y que sus primas que eran jóvenes le enseñaron una canción que se les cantaba y decía así
                          Ay miliciana pajarera
                          cuanto nos haces humillar
                          porque llevamos en la venas sangre española
                          y nos queréis hacer reblar.
     También que su madre mandaba a mi abuelo y a mi tío a robar a los huertos para comer y que el tío León nunca quería ir. Y que cuando venían los bombardeos se metían debajo de la cama y que la prima Dolores, que era muy alta y fuerte, no cabía y que se le quedaba el “culo en pompa”, pero que así le parecía que no le pasaría nada.
     Cuando hablan de la guerra a mi madre no le gusta y nunca le preguntaba a su padre nada porque a él tampoco le gustaba hablar de ese tema, dice que todos lo pasaron mal y que no hay que hablar del tema porque es enfrentarse unos a otros sin ninguna solución. La familia de su madre, que eran apolíticos, sólo trabajadores del campo y con un café al irse del pueblo les robaron todo. Cuando volvieron no tenían ni las camas, que se las habían repartido en el pueblo los que se quedaron.
Ana Torres Fuertes (4º B)

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