El pasado 1 de mayo, llegamos
a Hamburgo tras un largo viaje. Todos estábamos felices de por fin poder
visitar Alemania y volver a reencontrarnos con nuestros correspondientes. Pero
pese a ya conocerlos y haber estado conviviendo con ellos una semana en Teruel,
los papeles ahora eran diferentes; ahora éramos nosotros los que debíamos ir a
sus casas y convivir con ellos, sus familias, costumbres e idioma. Esta
convivencia en un país extranjero y una familia que no era la nuestra, nos
causó mucho nerviosismo a la gran mayoría. Cuando recogimos las maletas y
llegamos al aeropuerto, todos nos estaban esperando en la puerta con los brazos
abiertos, y aunque en un principio aquel recibimiento nos pudo causar miedo,
cuando nos reencontramos con nuestros correspondientes y nos abrazamos, todos
esos nervios y miedos se disiparon. Conocer a las familias fue algo diferente y raro a
todo aquello que habíamos hecho otras veces y tras ello, cada uno se fue a su
casa. Algunos de nosotros, después de dejar las maletas, ver la casa y comer,
salimos a dar una vuelta y tomar un helado. No fue mucho el rato que estuvimos
por la calle, aunque fue gratificante salir el primer día con algunos de los
compañeros alemanes y españoles y disfrutar de una agradable tarde en Hamburgo.
El viernes día 6 de mayo, nos
dividimos en varios grupos; algunos fueron al Zoo, otros al parque de
atracciones y otros pasaron el día con sus familias. En mi caso, fui al parque
de atracciones, junto con una compañera más y nuestras respectivas alemanas.
Partimos hacia el parque de atracciones en torno a las ocho y media de la
mañana, ya que el viaje y coger las entradas nos costó dos horas. Una vez
estuvimos dentro, pasamos la mayor parte del día las cuatro juntas, disfrutando
del buen tiempo y de las atracciones. Hacia el final de la tarde, nos
reencontramos todos los que habíamos ido al parque y disfrutamos del poco
tiempo que nos quedaba. Nos reímos mucho y lo pasamos genial, fue un día
magnífico.
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