viernes, 28 de junio de 2013

RUTA MACHADIANA V



 Salimos de Colliure y llegamos a pisar la misma arena  que los pies maltrechos de los exiliados españoles rozaron en la playa de Argelès-sur-Mer, campo de concentración a la intemperie que los franceses improvisaron para acoger a los miles de españoles que iban llegando.
Se cree que por los Pirineos orientales pasaron más de 350 000 personas exiliadas de todas las edades, de ellos 100 000 fueron “acogidas” en este campo de concentración, que no era más que una playa peinada por el viento frío del invierno, cercada por alambradas, sin barracones ni letrinas. Cuentan que hacía tanto frío en Argelès que los prisioneros se arrebujaban unos a otros tapándose con la arena de la playa para que el frío del mar no hiciera escarcha con el  frío del alma.
Hoy día un mojón recuerda a aquellos españoles que sufrieron la pobreza, la miseria y la falta de libertad en aquella cárcel, por la siniestra acogida de la “grandeur de la France”.
En medio de esta tragedia y de esta desolación, también hay ejemplos que nos hacen creer en la solidaridad de los seres humanos, como es el caso de la maestra suiza Elisabeth Eidenbenz que en las afueras del pueblo de Elna compró un caserón modernista para organizar una maternidad y así acoger a las mujeres españolas refugiadas donde nacieron y fueron atendidos más de 600 niños de las madres embarazadas de Argelés.
Dejamos Elna y llegamos hasta Carcasonne, el pueblo con un recinto amurallado medieval impresionante y más visto desde la lejanía, tierra de Cátaros y de herejía, claro está desde el punto de vista católico porque ellos no aceptaban otro modo de concebir lo eclesiástico que no fuera a través de la sencillez, abandonando todo boato de lujos y “glamour “ feudal.
Desde este lugar partimos a la ciudad de Albi, situada a unos setenta kilómetros,, patria de los albigenses, dominada por su iglesia-castillo, inmensa, recia, oteando el poblamiento y protegiéndolo bajo su sombra, y envuelta interiormente en un colorido y filigranas que nos recuerda a nuestra iglesia turolense de S. Pedro, pero discreta a la vez como lo sería en su pueblo natal la vida de su conciudadano Toulouse-Lautrec al que ha regalado una espléndida herencia en forma de museo.
 Y llegamos  a Toulouse donde la magnífica iglesia de San Sernín  románico puro, sobrio, recogido a pesar de su grandeza nos espera, llegándonos más tarde a la plaza principal (del Capitolio) donde encontramos el Ayuntamiento y  el símbolo de los cátaros en el centro.
Y ya va siendo hora de volver al terruño, pero regresamos por Pau y Oloron, hacia los Pirineos occidentales y a nuestro paso seguimos encontrando parques, museos, evocaciones de nuestros españoles en el exilio lo que lleva a plantearnos ¿por qué en España no?
Antes de llegar al túnel de Somport y próximo a la localidad de Oloron se informa del campo de refugiados Gurs, el cual se  puede visitar al conservase en buenas condiciones. Fue, al principio, otro de los centros de internamiento de españoles, en este caso vascos, que salieron de España durante la Guerra Civil.
            Y todavía con la añoranza de Colliure en nuestro interior, recordamos esos versos que habíamos ido a descubrir y que ya forma parte de nuestro devenir:
Ligero de equipaje…
 Aquellos días azules…
Nota.- Murió Antonio Machado rodeado del mayor exilio interior. Y falleció cuando había una luz de esperanza que el poeta nunca percibió: Al día siguiente de ser enterrado, una carta procedente de la Universidad de Cambridge  llegó. El viejo templo de la sabiduría inglesa ofrecía a Machado un puesto en su Rectorado.
Esperamos que a pesar de lo extensa de la Ruta Machadiana hayáis disfrutado, os animéis a realizarla y a continuarla, si queréis, con más datos y vivencias.
                                                                           Carmen García y J. Serafín Aldecoa

No hay comentarios:

Publicar un comentario