viernes, 23 de diciembre de 2011

RUTA LITERARIA: El fragor del agua V


En los relatos de esta tierra del Maestrazgo el centro de todas las masadas es Crespol. En la actualidad solo queda alguna casa abierta, muchas derruidas y un albergue a medio cerrar, aunque abducidos ya por los personajes de esta historia es fácil situar la casa del médico, las escuelas, el taller del cestero, la casa de Lucita adonde vino Laura huyendo desde Barcelona de una vida que no le satisfacía ya en el último relato, el camino que haría Laureano el cartero, el mismo que le hacía llegar las cartas del americano a la Nuncia ante el silencio omnipresente de Rosildo, su marido.
Su aventura, mezcla de pasión, amor, ternura, guerrilla y fuerzas del orden, vapulea nuestra sensibilidad y nos hace rebelarnos a los obstáculos que encadenaban a su destino a cada uno de sus protagonistas.
El Mas del Río donde vivían y la Fuente la Noguera, en aquella mañana cuando la Nuncia se encontró con el cabo Bricio, va a quedar en nuestro subconsciente colectivo como una renuncia al futuro para estos personajes que posiblemente iban buscando y anhelando en medio de toda esta tragedia, encontrar un cielo en la tierra.
Rememoraba en la carta aquel gozo del Barrranco Gómez... a media hora de la Fuente de la Noguera, quedando allí mi gozo y dolor de mujer clandestina, de hembra colmada y oculta.
De regreso, ella sola…mirando de lejos a Rosildo no vio al cabo Bricio y a dos Guardias que le aguardaban sentados junto a la fuente.
***
-¿De dónde vienes tan temprano Nuncia? ¿Y cómo es que vas hacia el pueblo?
Rosildo se aproximaba por un lado cuando contestó con la mayor entereza posible:
-He dado un paseo. ¿Está prohibido?
-¡Vamos Nuncia ¡ ¿Habré de vigilarte?
Con este frío no vienen ganas de pasear. Nosotros sí que lo hacemos porque no nos quedan más leches. Y así será mientras nos sigáis jodiendo entre unos y otros.
-Con este frío se va a la oliva, cabo, con todos mis respetos y si tiene a bien que le dé una explicación por la chica.
Era la voz de Rosildo.
***
El día que llegó la última carta, Rosildo había subido con la mula hasta Crespol.
Tampoco en aquella ocasión pensamos en recibir correo, pues hacía más de dos años que no nos escribía nadie, precisamente desde que supimos por última vez de Generoso a través de una carta oficial.
Dejó la carta sobre la mesa mezclada con lo de la mercería y siguió abandonado al sonoro silencio de su insomnio permanente
Y así podríamos ir mentando cada masía, cada dolor de sus moradores, en aquellos años en que se conjuraban numerosos factores: el de la migración, el espejismo de la ciudad, la última lucha por las libertades, el apego al poder caciquil, el desarraigo afectivo y las soledades yermas, llevándonos a la añoranza de un mundo que ya no existe, pero que algunos aun vislumbramos en sus últimos estertores.
Nota-El nombre de las masadas no coincide con la realidad de este territorio, probablemente “La Umbría” se sitúe por Valderrobres, “Mas del Río” por Rubielos, o “La Peña Blanca”, entre otras que aparecen en el texto, en Noguera. ¡Pero qué más da, aquí bien podía haber ocurrido esto, ya que  "viejas” o Nuncias también entre estos montes existieron!

No hay comentarios:

Publicar un comentario