sábado, 10 de diciembre de 2011

RUTA LITERARIA: El fragor del agua I

-Próspero, te me has ido.
Tronó de nuevo por la Carcama. La vieja elevó la mirada hacia la roca, observando las grajas que volaban nerviosas, en círculos, barruntando con sus graznidos la tormenta.
-Vine a buscarte: va a descargar una buena.
Le habría gustado que el hombre abriera los ojos y lanzara aquel destello dulce a que la tenía acostumbrada.
         ***
-Podría hacerse todo aquí mismo.
-Lo que hay que hacer, se hace bien o no se hace.  Tu sitio está con el chico en Castelbejal, donde además naciste.
-¿Y tú qué?
-Con darle todos los días a los bichos y arreglar un poco el huerto…
Mientras aguanten las piernas no me da miedo el trabajo, ni me ha de faltar un trozo de pan que llevarme a la boca.
-Si Dios lo quiere, me moriré  en la cama.
-Si Dios lo quiere.
        ***
-¿Vas bien, Próspero?
-Voy a caballo, así que……
-Con más tiempo te habría hecho un barrastre.
-Deja, mujer, ahora ya igual se nos tiene…..
A la luz de la luna la vieja distinguió una raposa bebiendo en la torrentera. El animal se deslizó entre las carrascas al oír los cascos de la Rosa.
-Ahora lo mismo veo al chico.
La vieja, aunque no hiciera frío, sintió un estremecimiento.
-¿Cómo tendrá la cara?
-No te oigo casi. Próspero, habla más alto. ¿Qué me has dicho?
-Nada, que me gustaría ver al chico

Este diálogo entre la vieja y su Próspero, entre la vida y la muerte enmarcado en el realismo mágico, es lo primero que te encuentras al empezar el libro y es tan entrañable y a la vez tan sereno, con esa capacidad de asimilar acontecimientos, propia de las personas que encuentran todas sus respuestas en la naturaleza que las cobija, que ya te sientes seducida y no puedes parar de leer hasta que se acaba la última palabra.
A la vez me viene a la memoria el mensaje que nos envía Shakespeare en “La Tempestad” poniéndolo en la boca de su Próspero, el colonizador de la isla a través de la magia: "Nosotros somos hechos de la misma materia que los sueños".
Nuestro hombre y su vieja hace mucho, y para siempre, que han convertido en mágicas estas sierras turolenses con tan sólo su esfuerzo diario.

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