Ya se han dado los premios del V Concurso de Microrrelatos del IES Segundo de Chomón (Teruel). Enhorabuena a los ganadores; y a todos los que han enviado los pequeños relatos, muchas gracias por participar.
CATEGORÍA A - Rocío Azuara Aguilar (Alumna de 1º ESO-C)
UN GRAN SECRETO ENTRE
LIBROS
La biblioteca era el único sitio
donde Carlos y Laura podían verse. Cuando los observábamos podían ser primos,
quizás novios. Pero… ¿y sí había algo más...?
Siempre tardaban exactamente una
hora.
Los dos iban muy arreglados, algo
raro, eran los típicos de chándal for
ever and ever, aunque no sabía mucho de ellos porque eran los dos muy
reservados, decidí acercarme a ellos.
Con el tiempo me empecé a llevar
superbién y un día me contaron algo alucinante y de película que cuadraba con
todo lo que había estado observando. ¡¡¡Eran agentes secretos de la UASE (Unión
de Agentes Secretos de España)!!!
Todo empezó a tener sentido, nos
hicimos mejores amigos y terminé formando parte de la UASE.
Ese año aprendí que no está bien
juzgar sin saber. ¡No tiene nada que ver la apariencia con la realidad!
¡Ah!, y la biblioteca resultó ser su sede para intercambiar información con la organización.
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CATEGORÍA B - Isabel Eced Royo (Alumna de 1º Bachillerato-A)
MIRADAS
La biblioteca era el único sitio
donde Carlos y Laura podían verse. Iban todos los días a estudiar, se miraban y
se sonreían; querían conocerse. Sin embargo, les faltaba valor para sentarse el
uno frente al otro. Se gustaban, pero no conocían el amor.
Laura dejó de ir a la biblioteca.
Carlos no paraba de pensar qué le había pasado. Él trataba de estudiar, aunque
no la tenía para darle fuerzas. Trataba de encontrarla; no obstante, nunca
averiguaba nada.
Un día apareció una amiga de
Laura, se sentó al lado del chico y le preguntó si era Carlos. Él, asustado,
dijo que sí. Necesitaba hablar con él. Salieron a la puerta y ella le dio la
peor noticia: Laura sufrió un accidente mortal. Ella le abrazó y le dijo que
Laura nunca se atrevió a decirle lo que sentía.
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CATEGORÍA C - Francisco
Argilés Marín (Profesor de Educación de Plástica y Visual)
ALBA
La biblioteca era el único sitio
donde Carlos y Laura podían verse. Era silenciosa y en una perpetua penumbra.
Las polvorientas cristaleras parcialmente tapadas por las estanterías creaban
el único espacio del instituto en el que sus ojos llegaban a detenerse.
Afortunadamente los libros
espantaban al resto como un petardo a una bandada de palomas.
Era insoportable sentir la mirada
fija de los demás. Estaban en cuarto, no obstante, cada año era igual, los más
pequeños no podían evitarlo.
Pero al comienzo de este último
curso todo cambió. En el centro del patio estaba ella, erguida tras unas gafas
de sol, con su pelo blanco y su piel marmórea, atributos físicos que
compartían, pero cuya luz no podía ser más distinta. Quién les iba a decir que
sería el mismo blanco albino el que otorgara distinción a sus complejos.
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