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Pues no son nada los vascos para sus “cositas” (y si no que se lo pregunten a mi suegra). A pesar del cambio de fisonomía de la ciudad debido a los planes urbanísticos y constructivos, todavía se pueden rastrear las huellas de estos autores en las placas de las calles, estatuas, plazas o monumentos, en sus lugares de
nacimiento, fundaciones… Es verdad que en el mundo Bilbao equivale a Guggenheim, pero si vamos andando relajadamente por sus calles, nos
sorprenderemos de nuestros hallazgos literarios.
El café Boulevard se sitúa en el Arenal, en el casco viejo, pórtico del Bilbao histórico y el más antiguo (1871) de los tres. Entre los estucos, bronces y vidrieras se desarrollaron conversaciones e inquietudes a las cuales accedió primero otro poeta anterior a los citados, Antonio Trueba y todos los tertulianos del ya también desaparecido café Lion d´Or.
Desde allí nos adentramos donde nació Miguel de Unamuno en 1864, en la calle Ronda y enseguida llegaremos a su plaza al pie de las Calzadas de Mallona donde se alza un monumento, una cabeza de bronce sobre una columna, obra de Victorio Macho, lugar de celebraciones y homenajes. Muy cerca se encuentra la Plaza Nueva, con sus arcadas, testigos mudos de las correrías nocturnas de los tres bohemios a la que dedicaron versos entrañables.
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