jueves, 27 de junio de 2013

RECUERDOS DE GUERRA, POR ALEJANDRO MARTÍNEZ



Esta es la historia de una niña y un hombre cualesquiera en un pueblo rural cualquiera y de cómo vivieron la guerra, al igual que la vivieron tantas otras familias normales, de un bando y de otro, civiles y soldados.
Esa niña es mi abuela materna, Caridad, hija menor de una familia pobre, de 12 años, sin ninguna orientación política y que vivía de lo que cultivaban y de los animales que criaban. Hoy día tiene 86 años.
Ese hombre es mi abuelo materno, José, que murió con 86 años, hace ya diez. Él tuvo que luchar en la Batalla del Ebro, en el Frente Nacional, ya que cuando comenzó la Guerra estaba haciendo la mili en Zaragoza, con 17 años y le obligaron a combatir aunque fuese contrario a su ideología, como a otros tantos.
Por último, ese pueblo rural es Monterde de Albarracín, un pueblecito entre Cella y Bronchales, en la periferia de Albarracín, con unos 65 habitantes, hoy día olvidado, pero que antaño estuvo muy poblado y fue incluso el segundo pueblo más importante de la Sierra de Albarracín, después de Albarracín obviamente.
Historia de mi abuela.
 “Yo vivía feliz en el pueblo, iba a la escuela todos los días y me gustaba mucho. Las chicas y los chicos estábamos separados, nos enseñaban a coser más que a otra cosa y teníamos un solo un libro para todas. Cuando acababa las clases jugaba con mis amigas y también ayudaba a mis padres, Jerónima y Mariano, en el campo, en nuestra huerta y con los animales.
Empezaron a correr rumores de que se estaba preparando una guerra, y mi profesora, doña Asunción, tenía tanto miedo que se marchó a su pueblo y cerraron la escuela.
Un día vinieron unos militares a llevarse a todos los hombres, yo no sabía adónde pero fuimos a despedirlos igual. Había unos felices y otros tristes. Uno besó a una mujer y ella se meó de la vergüenza.
Otro día llegó la noticia de que los rojos habían matado al cartero, que era de mi pueblo, y la gente tenía miedo. Yo no tenía miedo porque no sabía lo que era un rojo.
A los pocos días nos dijeron que venían los rojos al pueblo. Todos estaban muy asustados porque como habían matado al cartero pensaban que eran monstruos que nos iban a matar, así que todo el pueblo huimos hacia la Loma del Palomar, que es la zona más alta del pueblo, y justo cuando estábamos arriba nos los encontramos de frente cuando venían desde Torres porque ya la habían conquistado, pero no nos hicieron nada porque en realidad eran personas normales como tú y como yo. Hoy, después de tantos años aun me acuerdo del miedo que pasamos.
Nosotros volvimos al pueblo y los republicanos se instalaron en la iglesia. Tiraron el altar mayor y en el pueblo lo sentimos como si fuera un terremoto. Usaban los santos para cocinar y estar calientes.
Mis padres se sintieron amenazados porque, al estar mi hermana estudiando en un colegio religioso, nos llamaban fascistas y nos tuvimos que ir a Santa Eulalia temiendo que los republicanos nos hicieran algo, pero mi abuelo se quedó porque no quería dejar los animales.
Bajó a buscarnos mi tío Paco, que vivía en Santa Eulalia, zona nacional, en un carro con dos mulas.
Mi tío trabajaba en la azucarera y vivía en casa del pescadero. Nos acogieron allí a todos y estábamos en total unas doce personas. Dormíamos en colchones en cualquier rincón, hasta que nos encontraron una casa donde alojarnos, en el vivero.
Mientras tanto, mi abuelo seguía en el pueblo. Una mañana las amenazas se cumplieron y un pelotón, entre ellos un vecino del pueblo, fue a recogerlo para “dar un paseo”, cuando salieron a la calle, un vecino les preguntó dónde iban con ese anciano, que nunca había hecho nada a nadie, pero no le hicieron caso. Cuando pasaron por la puerta del bar, todos  los vecinos preguntaron lo mismo, y al decirles que lo iban a fusilar todos protestaron y lo defendieron, y al final lo soltaron. Esa misma noche se presentó en el vivero tras cinco horas de camino con una gallina, todo lo que le habían dejado.
Ya sólo faltaba mi hermana que consiguió coger el último tren que salió de Teruel antes de que bombardearan las vías. Y al final nos reunimos todos." (Continuará)
Alejandro Martínez (4ºA)

2 comentarios:

  1. ¿Y este pueblo por donde se encuentra?

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  2. Sigue las instrucciones del cartel indicador: Sierra de Albarracín, Teruel. No tiene pérdida.

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