Mi abuelo Manolo me contó que en 1938, cuando tenía ocho años, vino al pueblo (Villar del Salz) un batallón con prisioneros de la zona republicana. Al ser una zona en la que no hubo lucha era una forma de demostrar que era zona nacional.
Todos se dieron cuenta de que eran gente normal, iban por el pueblo libres, aunque vigilados por soldados nacionales. Trabajaban en la instalación de postes para teléfonos.
Fermín, Lorenzo y mi abuelo hicieron amistad con uno de los prisioneros, era maestro y les encantaba pasar horas charlando con él, siempre les contaba historias y les daba buenos ejemplos a seguir en la vida.
Cuando se marcharon continuaron bastante tiempo escribiéndose con él, no sabe por qué terminó ese "carteo" tan instructivo, pero lo recuerda con mucha ternura. Les demostró que daba igual el bando, gente buena hay en todos los sitios.
Alfio García Valero (4ºB)
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